¿Tipificar el ingreso clandestino de migrantes a Chile es una vía para mejorar la seguridad ciudadana?
El 12 de febrero de 2022 entró en vigor en Chile la Ley N° 21.325, de Migración y Extranjería. Esta normativa vino a reemplazar al Decreto Ley de la dictadura militar que rigió la materia por casi cinco décadas, y que atendido el nuevo panorama migratorio chileno y latinoamericano, era incapaz de hacerse cargo de la nueva realidad que hizo de Chile el país sudamericano con mayor proporción de personas migrantes entre el total de la población (1.625.074 según las estimaciones del Servicio Nacional de Migraciones al 31 de diciembre de 2022), y el 6º país del mundo con una mayor variación en las tasas de inmigración durante los últimos 30 años, pasando de un 0,81% en 1990 a un 8,61% en 2020, es decir, un 962% de variación en tres décadas.
Entre las innovaciones de esta nueva legislación migratoria, que en varios aspectos sintoniza con varias de las modernas leyes de inmigración dictadas por otros países de América Latina, se encuentra el establecimiento del principio de “no criminalización”, en virtud del cual “la migración irregular no es constitutiva de delito” (artículo 9°). Este cambio solo vino a ajustar la ley a una práctica sostenida en el tiempo, consistente en la no persecución del tipo penal contemplado en la antigua legislación de extranjería. En los hechos, la autoridad migratoria formulaba el correspondiente requerimiento para activar la persecución penal, y prácticamente de manera inmediata desistía del mismo.
Apenas un año después de la entrada en vigor de la nueva legislación, y de su institucionalidad encarnada en el nuevo Servicio Nacional de Migraciones, se discute en el Congreso Nacional chileno un proyecto de ley que pretende “re-tipificar” este delito, incorporando nuevamente la “cuestión migratoria” al ámbito del Derecho Penal. Dicho proyecto se hace eco de una crisis de seguridad que enfrentan actualmente varios países de América Latina, incluido Chile, y que en nuestro medio ha sido atribuida (desproporcionadamente, a mi juicio) al ingreso irregular de personas migrantes a través de las fronteras del norte del país. De este modo, la propuesta sintoniza con el denominado “Criterio Valencia”, dispuesto por el Fiscal Nacional del Ministerio Público tras el asesinato de un suboficial de Carabineros, y en virtud del cual toda detención de un inmigrante irregular debía acompañarse de una solicitud de prisión preventiva hasta conocerse su identidad y antecedentes.
La preocupación por la crisis de seguridad es auténtica, e involucra a toda la sociedad chilena incluyendo tanto a nacionales como a extranjeros. El derecho a vivir en ambientes seguros y ajenos a la delincuencia y el crimen organizado, debiese ser prioritario considerando el impacto que esto tiene en el ejercicio de la generalidad de derechos fundamentales. Sin embargo, es honestamente poco probable que una tramitación exitosa de este proyecto de ley pueda significar una contribución efectiva al combate de la delincuencia, y un ejercicio adecuado del control a la inmigración. Por el contrario, el proyecto de ley parece sintonizar retóricamente de manera muy clara con aquellos discursos electoralmente rentables, que conciben al combate de la inmigración como una de sus principales banderas de lucha.
La mera tipificación del delito no asegura, en absoluto, que sea perseguido y efectivamente sancionado, como quedó demostrado con anterioridad a la vigencia de la actual legislación migratoria. Cuando en el país se cometen crímenes de gravedad que requieren del esfuerzo conjunto de toda la institucionalidad del sistema procesal penal, parece poco realista que el Ministerio Público, los tribunales de justicia y la autoridad migratoria administrativa inviertan tiempo y recursos en el esclarecimiento y sanción de todos y cada uno de los ingresos clandestinos a territorio chileno, sumado a las dificultades probatorias relativas a la comisión del delito, cuya evidencia descansará, generalmente, en la sola confesión de la persona migrante de haber ingresado a través de un paso no habilitado al país.
Una re-tipificación del delito de ingreso irregular constituye un retroceso en el enfoque con que el Estado chileno se ha aproximado a las migraciones desde la Ley N° 21.325, al regresar no sólo retóricamente, sino que jurídicamente, a mecanismos de control migratorio que consideran a las personas migrantes como individuos peligrosos para la seguridad interior, y estereotipan la inmigración irregular asociándola directamente a la delincuencia. La tipificación del ingreso irregular como delito o la regulación de la expulsión del país como una herramienta ordinaria del sistema procesal penal, son consecuencia de la incorporación de consideraciones de política criminal a la política migratoria, a través de un fenómeno que ha sido bautizado por la profesora de derecho estadounidense, Juliette Stumpf, como “criminalización del derecho migratorio” o “crimigracion” (Crimmigration).
A través de la “crimigración”, plantea Stumpf, se provee de insumos teóricos y jurídicos para justificar decisiones que supongan la exclusión, y con ello la privación y/o restricción de la población migrante. Al trasladar parte importante del eje de la “cuestión migratoria” al ámbito de la política criminal y el sistema procesal penal, el aparato estatal robustece sus dispositivos coactivos para el control de la inmigración, amenazando principios básicos de una democracia constitucional, como es el respeto y garantía de los derechos humanos, tales como el derecho a no ser discriminado en razón del origen nacional, étnico o racial, el derecho de acceso a la justicia, el derecho a defensa, y el derecho a la libertad personal. Junto con ello, se persigue complacer a un electorado mayoritariamente hostil a las migraciones, y legitimar por esa vía, la adopción de medidas que no dirigen el foco a los migrantes irregulares que delinquen, sino que a los migrantes irregulares en su conjunto, aunque las causas de su desplazamiento y sus situaciones particulares poco tengan que ver con el delito o el crimen organizado.
En varios aspectos, resulta contradictorio o disonante con la realidad el que la persecución penal del ingreso al país, por pasos no habilitados o eludiendo el control migratorio, sea considerada una estrategia seria para frenar la delincuencia o la crisis de seguridad que, hoy por hoy, afecta gravemente a determinados núcleos urbanos o comunas de nuestro país.
Las razones para emitir este juicio son varias. En el pasado, la criminalización del ingreso irregular al territorio nacional no aseguró una efectiva persecución penal, y en los hechos constituía una figura delictiva escasamente aplicada. La priorización del combate a hechos criminales de mayor gravedad y las dificultades probatorias para la obtención de sentencias condenatorias, concentró los esfuerzos de la autoridad administrativa y el ente persecutor en la investigación de delitos que atentaran contra bienes jurídicos más valiosos que el respeto al orden jurídico migratorio.
Fuera de ello, y aun esperando una voluntad más decidida de perseguir efectivamente la comisión de este delito, resulta a lo menos dudoso que presionar aún más el ya saturado ámbito de actuación de policías, fiscales, tribunales y cárceles, pueda generar un impacto positivo en la seguridad ciudadana mirado en su conjunto, sin un previo reforzamiento de los recursos físicos, humanos e institucionales de dichos organismos. De hecho, hace pocos días los medios de comunicación nacionales resaltaban el preocupante aumento de extranjeros en la población penal, que se incrementó en un 40% el último año, constituyendo el 45% de los privados de libertad de las cárceles del norte del país, e incluso superando a los chilenos en la Región de Tarapacá.
Los Estados tienen el legítimo derecho al control de sus fronteras y de los flujos migratorios, y de hecho, un control bien entendido impacta positivamente no solo en el resguardo de los intereses de la sociedad de acogida, sino que también en un respeto y garantía de los derechos fundamentales de quienes migran, al estar menos expuestos al abuso y la explotación. Lo que muchas veces no se considera es que, conservar este asunto dentro del ámbito de las competencias sancionatorias de la autoridad migratoria ofrece un marco de mayor flexibilidad a la actividad administrativa, pues el contramano de la mayor coacción asociada a la punitibidad es el respeto reforzado de determinadas garantías que, en materia administrativa, se aplican en términos más laxos o atenuados.
El pasado 17 de enero, la sala de la Cámara de Diputadas y Diputados del Congreso chileno aprobó, en general y en particular, el proyecto de ley que tipifica como delito y sanciona el ingreso clandestino al territorio nacional, pasando a un segundo trámite constitucional al Senado, donde todo indica un favorable avance de la iniciativa. Como he planteado aquí, la pompa que trae asociada la retórica punitiva, y el éxito que la misma tiene en la opinión pública, no necesariamente viene de la mano de un robustecimiento de la institucionalidad, de una adecuada inversión en tecnología y personal para un resguardo efectivo de las fronteras, ni de una identificación fiable de las causas de la inmigración irregular. Mientras ello no ocurra, seguiremos aplicando la misma estrategia de control unilateral, sectorial, instrumental y cortoplacista que tantas frustraciones ha generado en el pasado, como ha planteado Javier de Lucas.
Citación académica sugerida: Mayorga McDonald, Ramón. Retrocesos punitivos para las migraciones en Chile: ¿El avance de la re-tipificación del delito de ingreso clandestino? Agenda estado de Derecho, 2024/04/23. Disponible en: https://agendaestadodederecho.com/retrocesos-punitivos-para-las-migraciones-en-chile/
Palabras clave: migraciones – ingreso clandestino – seguridad ciudadana.
Doctor en Derecho con mención en Constitucionalismo y Derecho por la U. Austral de Chile y Doctor en Derechos Humanos, Democracia y Justicia Internacional por la U. de València. Académico de la Universidad de Magallanes (Punta Arenas, Chile).
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Abogada colombiana, LLM en International Legal Studies por la Universidad de Georgetown y Máster en Argumentación Jurídica por la Universidad de Alicante. Es candidata a Doctora en Derecho por la Universidad de Georgetown. Actualmente se desempeña como Directora Asociada en el O'Neill Institute for National and Global Health Law y es docente en la Universidad de Georgetown y en programas de especialización y maestría en diversas universidades de América Latina. Anteriormente trabajó en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos donde tuvo varios cargos, principalmente como Coordinadora de la Sección de Casos a cargo de la etapa de fondo y del litigio ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Es profesora ayudante e investigadora predoctoral en el Departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). Tiene un Máster en Democracia y Gobierno, y un Máster en Gobernanza y Derechos Humanos, ambos de la UAM. Es licenciada en Comunicación Social por la Universidad Central de Venezuela. Es integrante del Lab Grupo de Investigación en Innovación, Tecnología y Gestión Pública de la UAM. Su tesis doctoral aborda la relación entre género, tecnologías y sector público, con un especial énfasis en la Inteligencia Artificial. También ha publicado sobre innovación pública y colaboración entre administraciones públicas y ciudadanía. Formó parte del equipo editorial de Agenda Estado de Derecho desde 2020 hasta febrero de 2022.
Abogada de la Universidad de Chile y Magíster en Derecho Internacional de la Universidad de Cambridge. En el ámbito profesional, se ha desempeñado en el extranjero como asistente legal en la Corte Internacional de Justicia y consultora para la International Nuremberg Principles Academy. En Chile, ha trabajado como abogada para el Comité para la Prevención de la Tortura, y actualmente se desempeña en la División de Derechos Humanos del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile. Asimismo, es académica de Derecho Internacional Público en la Universidad de Chile. Sus áreas de investigación incluyen el derecho internacional de los derechos humanos, la regulación de la actividad policial y su conformidad con estándares internacionales, el derecho internacional humanitario y el derecho penal internacional.
Ex Relator Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) hasta el 5 de octubre de 2020. Abogado y docente uruguayo egresado de la Facultad de Derecho de la Universidad de la República de Uruguay (Udelar). Actualmente es senior fellow en El Diálogo Interamericano (The Interamerican Dialogue) y consultor en libertades informativas de UNESCO y organizaciones de la sociedad civil. Se desempeña como Secretario de Relaciones Internacionales y Gobierno Abierto del Gobierno de Canelones (Uruguay).
Docente y conferenciasta en el campo de la libertad de expresión y el derecho a la información en prestigiosas universidades, entre ellas American University (Washington), Unam (México), Universidad Carlos III (España), Stanford (California), Universidad del Pacífico (Perú), UBA (Argentina) Universidad Diego Portales (Chile), Udelar (Uruguay) y Universidad de los Andes (Colombia). Periodista, columnista y colaborador asiduo en distintos medios de comunicación.
José Luis Caballero Ochoa es Licenciado en Derecho por el Tecnológico de Monterrey, Campus Chihuahua; Maestro en Derecho, por la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México, y Doctor en Derecho por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) de España. Diplomado en derechos humanos y procesos de democratización por la Universidad de Chile. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores. Es académico – investigador en el Departamento de Derecho en la Universidad Iberoamericana, Ciudad de México, del que fue su Director por seis años. Actualmente es Comisionado de la Comisión Internacional de Juristas. Ha participado o participa en diversas comisiones o consejos públicos, ciudadanos y académicos en México, entre los que destacan: el Consejo de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal; la Junta Directiva del Instituto Federal de la Defensoría Pública; el Comité Consultivo del Centro de Estudios Constitucionales de la Suprema Corte de Justicia de la Nación; el Comité Académico y Editorial del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación la Comisión de Selección del Comité de Participación Ciudadana del Sistema Nacional Anticorrupción, entre otros. Docente en diversos programas académicos en materia de derecho constitucional y derechos humanos en centros de educación superior nacionales, y ponente en congresos y foros académicos especializados en México, Argentina, Brasil, Chile, Guatemala, Colombia, España, Estados Unidos y Perú. Su papel como consultor y especialista ha implicado la elaboración de proyectos de ley, dictámenes técnicos bajo la figura de amicus curiae y peritajes internacionales. Su obra publicada consiste en más de 80 capítulos de libros y artículos en revistas especializadas sobre derecho constitucional, derechos humanos y derecho internacional de los derechos humanos, así como algunos libros en estas materias.
Doctorando en Derecho por la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires (Argentina); Master en Derecho Penal y Procesal Penal por Osgoode Hall Law School, Universidad de York (Canadá); Diplomado Latinoamericano sobre Reforma Procesal Penal por la Facultad de Derecho de la Universidad Diego Portales (Chile); Abogado con orientación en Derecho Penal por la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires (Argentina). Actualmente es el Director de Relaciones Internacionales del Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales y Sociales (INECIP). Durante 8 años fue el Director del Área de Capacitación del Centro de Estudios de Justicia de las Américas (CEJA), organismo internacional de la Organización de Estados Americanos (OEA), creado en 1999 por resolución de la Asamblea General de la OEA, con sede en Santiago de Chile.
Fiscal de la Procuración General de la Nación Argentina. Es abogada por la Universidad de Buenos Aires, donde se recibió con diploma de honor, Especialista en derecho penal y procesal penal por la Universidad Torcuato Di Tella y Máster en Derecho por la Universidad de Georgetown. Fue becaria de la Fundación Fulbright y perita de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Es profesora de Garantías Constitucionales del Derecho Penal Sustantivo y Procesal Penal de la Universidad de Buenos Aires, de Género y Derecho Penal en la Maestría en Derecho Penal de la Universidad de San Andrés y profesora invitada en distintas universidades, de grado y posgrado. Es autora de varios artículos en publicaciones académicas sobre temáticas de género y derecho penal y de garantías constitucionales en el proceso penal.
Abogado, Magíster en Derecho y Posgrado en Derecho Constitucional y Derechos Humanos por la Universidad de Palermo. Profesor en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. Responsable del Programa para la Aplicación de Instrumentos de Derechos Humanos del Ministerio Público de la Defensa de la Nación. Integrante de la Red Latinoamericana de Académicas/os del Derecho - ALAS. Fue docente en diferentes universidades de Argentina, e investigador y docente en el Centro de Derechos Humanos de la Universidad de Chile. Sus temas de especialización son Derecho Internacional de los Derechos Humanos, Acceso a la Justicia y No Discriminación.
Director Ejecutivo de Fundación Ciudadanía y Desarrollo, contacto nacional de Transparencia Internacional en Ecuador. Abogado y máster en Dirección y Gestión Pública, así como en Acción Política, Fortalecimiento Institucional y Participación Ciudadana en el Estado de Derecho. Fue miembro suplente de la Asamblea Nacional Constituyente de Ecuador y asesor constitucional en el Consejo de Participación Ciudadana. Fellow del Centro para la Democracia, el Desarrollo y el Estado de Derecho de la Universidad de Stanford. Consultor para organizaciones nacionales e internacionales en temas de derechos humanos, libertad de expresión, acceso a la información, participación ciudadana, transparencia y lucha contra la corrupción.
Doctor en Ciencias Políticas de la Universidad de la República de Uruguay, magíster en Estudios Políticos por la Universidad Metropolitana de Venezuela y licenciado en Comunicación Social por la Universidad Santa María con especialización en Gobernabilidad y Gerencia Política por la Universidad Católica Andrés Bello y The George Washington University. Autor del libro «Venezolanos en el Uruguay» (2019). Trabaja como editor de la plataforma Diálogo Político y coordinador de proyectos del Programa Regional Partidos Políticos y Democracia en América Latina de la Fundación Konrad Adenauer.
Abogado egresado de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala y con un Máster en Economía de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. En la actualidad, desempeña el cargo de Editor Asistente en el blog de la International Association of Constitutional Law (IACL) y es Director del área de Estudios Jurídicos en la Fundación Libertad y Desarrollo, un think tank basado en Ciudad de Guatemala. A nivel docente, ejerce como profesor tanto en la Universidad del Istmo como en la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Adicionalmente, es columnista para el periódico guatemalteco La Hora. Sus principales áreas de investigación son el derecho constitucional y el derecho electoral.
Vicepresidenta de incidencia y litigio internacional del Robert F. Kennedy Human Rights. Baeyens lidera la estrategia de incidencia legal en derechos humanos de la organización, incluyendo el litigio de casos de alto impacto ante mecanismos de la ONU y sistemas regionales de protección, en temáticas relacionadas con la protección del espacio cívico y la lucha contra la discriminación, violencia e impunidad. Previamente se desempeñó como oficial de asuntos políticos en la ONU y como oficial de derechos humanos en la CIDH, donde también coordinó la Relatoría sobre personas defensoras. Es profesora adjunta de la Facultad de Derecho de la Universidad de Georgetown. Recibió su título de abogada de la Universidad de Ibagué, Colombia, y su LL.M en derecho internacional de los derechos humanos de la Universidad de Notre Dame, Estados Unidos.
Juez electo de la Corte Internacional de Justicia, además de profesor y director del Departamento de Derecho Público de la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG) y fundador del Centro de Derecho Internacional (CEDIN) y del Anuario Brasileño de Derecho Internacional. Tiene un máster de la UFMG y un doctorado de la Universidad París X Nanterre, y ha trabajado como jurista adjunto en el CIJ. Ha sido profesor visitante en el Institut des Hautes Études Internationales de la Université Panthéon-Assas Paris II, la Université Caen Basse-Normandie, la Université Paris-Ouest Nanterre la Défence y el Centro Lauterpacht de Derecho Internacional (Universidad de Cambridge, Reino Unido).
Abogado venezolano, egresado de la Universidad Católica Andrés Bello. LL.M. en derecho internacional de la Universidad de Cambridge, en Reino Unido, y Magíster en políticas públicas de la Universidad de los Andes, en Colombia. Actualmente se desempeña como asesor legal senior del Centro de Derechos Reproductivos y docente de la Universidad de los Andes. Fue abogado de la Secretaría de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Directora Ejecutiva de la Fundación para el Debido Proceso (DPLF por sus siglas en inglés) organización regional dedicada a promover el Estado de derecho y los derechos humanos en América Latina. Antes de unirse a DPLF, fue Coordinadora Adjunta de la Unidad de Investigaciones Especiales de la Comisión de la Verdad de Perú, a cargo de la investigación de graves violaciones de derechos humanos ocurridas durante el conflicto armado interno en ese país. Previamente trabajó en la Adjuntía para los Derechos Humanos de la Defensoria del Pueblo de Perú y formó parte del equipo legal de la Coalición Contra la Impunidad (Alemania) que promovió el procesamiento penal en ese país de militares argentinos responsables de la desaparición de ciudadanos alemanes durante la dictadura argentina. Katya realizó sus estudios de derecho en la Pontifica Universidad Católica del Perú y de maestría en derecho internacional público en la Universidad de Heidelberg, Alemania.
Experto afiliado al Constitution Transformation Network de la Universidad de Melbourne e investigador asociado de la Universidad Rafael Landívar de Guatemala. Doctor en Derecho por la Escuela de Derecho de la Universidad de Melbourne y una Maestria en Derecho Público e Internacional en esa misma casa de estudios, y una Licenciatura en Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Rafael Landívar. Tiene experiencia en gobierno, especificamente en negociacion de tratados y convenciones, litigio en instancias internacionales e implementacion de instrumentos en materia de derechos humanos, y como consultor para organismos financieros internacionales.
Candidato a doctor por la Facultad de Derecho de la Universidad de Ottawa (Canadá). Director de la Clínica de Derechos Humanos del Centro de Investigación y Enseñanza en Derechos Humanos (HRREC) y profesor de la Sección de Derecho Civil de la Universidad de Ottawa. Anteriormente trabajó en la Comisión Andina de Juristas, el Tribunal Constitucional y el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos del Perú. Sus áreas de investigación son el Sistema Interamericano, Empresas y Derechos Humanos, Derecho Penal Internacional, TWAIL y libertad académica. Integrante del Grupo de Estudios Latinoamericano sobre Derecho Penal Internacional de la Fundación Konrad Adenauer.
Es abogada por la Universidad San Francisco de Quito, y tiene un LL.M. por el Washington College of Law de American University, con enfoque en Derecho Internacional de los Derechos Humanos. Es candidata para el título de Doctora en Derecho por la Universidad Externado de Colombia. Ha trabajado como especialista en la Relatoría Especial para la Libre Expresión de la CIDH, Fundamedios y la Dirección Nacional de DDHH en Ecuador. Actualmente, es Directora del Observatorio de Derechos y Justicia de Ecuador, docente en la Universidad Internacional del Ecuador, y socia fundadora de Gentium Law Consultores.
Abogada costarricense, Máster en Derecho Internacional y Resolución de Conflictos por la Universidad para la Paz de las Naciones Unidas. Actualmente se desempeña como Directora Legal para América Latina en Women’s Link Worldwide, desde donde ejerce como estratega legal, líder de iniciativa y abogada litigante, con una gran responsabilidad para diseñar y liderar complejos proyectos legales, asimismo, es docente en la Universidad para la Paz, y en diversas universidades de Costa Rica. Anteriormente trabajó en el Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL) como Directora del Programa para Centroamérica y México, en la Secretaría General de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) y como consultora internacional. Marcia se especializa en el litigio estratégico con enfoque de género e interseccional.
Doctor en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid. Especialista en Derecho Constitucional por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y en Derecho Constitucional y Ciencia Política por el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales (Madrid). Licenciado en Derecho por la Universidad Autónoma de Guerrero (México). Es Investigador Nacional nivel I del Sistema Nacional de Investigadores del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT, México). En representación de México es miembro del Grupo de Justicia Constitucional y Derechos Fundamentales del Programa Estado de Derecho para Latinoamérica de la Fundación Konrad Adenauer.