La Suspensión de la Ley de Prácticas Corruptas en el Extranjero de los Estados Unidos de América: ¿Retroceso para la lucha global contra la corrupción?
26 de Marzo de 2025

La suspensión del FCPA en EE. UU. genera incertidumbre global.
¿Retroceso en la lucha anticorrupción o ventaja competitiva? Descubre su impacto en empresas y mercados internacionales.
En su tercera semana en funciones como presidente de Estados Unidos, Donald Trump firmó recientemente una de sus órdenes ejecutivas más controversiales debido a sus efectos en la comunidad internacional. Dicha orden trata sobre la suspensión de la implementación de la Ley de Prácticas Corruptas en el Extranjero (FCPA, por sus siglas en inglés) del año 1977.
La nueva orden ejecutiva fue aprobada con el argumento de aumentar la competitividad de las empresas estadounidenses en el extranjero y garantizar una mayor seguridad en la aplicación del FCPA, según nuevos lineamientos que deberán ser analizados. En resumen, ordena la revisión de expedientes pasados y actuales relacionados con violaciones al FCPA y establece que las futuras investigaciones serán conducidas bajo nuevos lineamientos aún pendientes de definir. Es decir, esta suspensión no implica el fin definitivo de la aplicación de la normativa anticorrupción; la pregunta es cuándo y bajo qué condiciones se reanudará.
Hasta la década de 1970, Estados Unidos atravesó una de sus peores épocas en términos de corrupción, la cual quedó expuesta con el escándalo de Watergate. Como respuesta, el Congreso de Estados Unidos aprobó el FCPA, una de las muchas leyes y políticas que pasaron a formar parte de un proceso de reformas institucionales que, hasta el momento, habían posicionado a Estados Unidos como uno de los países con estándares y mecanismos anticorrupción más altos.
Cabe recordar que esta ley protege contra comportamientos antiéticos y nivela el campo de juego para todas las empresas interesadas en la inversión extranjera. En muchos países, los sobornos y el tráfico de influencias entre funcionarios gubernamentales son comunes y constituyen la “forma de hacer negocios”. Estas prácticas amenazan el crecimiento del mercado y limitan las oportunidades para empresas honestas que buscan expandirse. Los esquemas de sobornos y otras prácticas desleales generan una inflación de costos y afectan significativamente la economía. Por ello, el FCPA exige que todos los empresarios de origen estadounidense, sin importar el tamaño de su empresa, actúen de manera ética y honesta en sus operaciones en el mercado internacional. El principal desincentivo son las altas multas y la posibilidad de enfrentar prisión.
La ley contaba con dos componentes principales: la regulación de prácticas de sobornos y la promoción de la rendición de cuentas y la transparencia. Hasta ahora, su aplicación prohibía que las empresas estadounidenses sobornaran, directa o indirectamente, a funcionarios de otros países para obtener ventajas en el mercado. Asimismo, fomentaba la transparencia en la rendición de cuentas, de manera que, además de enfrentar sanciones por sobornos, las empresas también podían ser acusadas de lavado de dinero.
Casos emblemáticos han sido procesados conforme con esta normativa, como el fraude de Goldman Sachs, uno de los múltiples incidentes relacionados con la estructura de corrupción global de Siemens, y uno emblemático para Latinoamérica, el caso de Odebrecht y Braskem. Estos casos, no solo han generado pérdidas millonarias (y hasta billonarias) para los empresarios involucrados, sino que también han permitido a Estados Unidos obtener ingresos a través de acuerdos y multas impuestas a las corporaciones infractoras.
Por otro lado, apenas el año pasado se había aprobado una ley que serviría como contraparte del FCPA: la Ley de Prevención de Conductas de Extorsión en el Extranjero (FEPA, por sus siglas en inglés). Esta normativa busca penalizar a funcionarios extranjeros que soliciten sobornos (o extorsionen) a empresarios estadounidenses para permitirles hacer negocios en sus países. La FEPA se perfilaba como una medida innovadora que otros países podrían imitar, ya que pretendía desalentar los esquemas de soborno y fortalecer los tratados de extradición para sancionar a quienes infringieran la ley.
Por el momento, expertos y organizaciones internacionales observan con preocupación la decisión de suspender la aplicación del FCPA, ya que Estados Unidos ha sido un aliado clave en la lucha contra la corrupción y sus efectos transnacionales. Desde una perspectiva empresarial, algunas compañías estadounidenses pueden ver esta medida como una ventaja para competir en mercados donde el soborno es una práctica común para asegurar contratos.
Sin embargo, los grandes perjudicados serán los pequeños empresarios y aquellos que operan de manera ética, incluyendo a emprendedores estadounidenses que no tienen la capacidad económica para sostener un esquema de sobornos que les permita acceder a nuevos mercados.
Por otra parte, con la vigencia de la FEPA, las empresas aún podrían protegerse contra la solicitud de sobornos por parte de funcionarios gubernamentales. No obstante, la implementación de esta normativa enfrenta desafíos, ya que, en países con los que Estados Unidos no tiene tratados de extradición, no se podría actuar en contra de los funcionarios infractores, más allá de recurrir a sanciones individuales y unilaterales, un mecanismo que ha sido percibido como ineficaz en la lucha contra la corrupción.
Ahora, la comunidad internacional queda a la espera de los nuevos lineamientos para la aplicación del FCPA, si es que llegan a establecerse. Por el momento, parece probable que el objetivo de hacer a las empresas estadounidenses más «competitivas» se concrete. Sin embargo, las preguntas clave son: ¿quiénes serán los más afectados? ¿Sigue siendo Estados Unidos un aliado en la lucha contra la corrupción?
Para Latinoamérica, este cambio representa un nuevo y complejo desafío. Un ejemplo de esto es el cese de la colaboración que existía hasta ahora con los gobiernos latinoamericanos en la persecución de empresas involucradas en actos de corrupción. Aunque estas empresas no sean de origen estadounidense, su condición de compañías que cotizan en bolsa en los EE. UU. o su implicación en esquemas de corrupción que impactaron a dicho país las hacía sujetas a estas investigaciones, como ya el mencionado caso de Odebrecht. Esta situación incentivaba incluso a grandes corporaciones latinoamericanas a adoptar políticas internas estrictas para prevenir actos de corrupción. Como resultado, la reducción de esta cooperación podría debilitar los esfuerzos regionales para combatir la corrupción y disminuir los incentivos para que las empresas mantengan altos estándares de cumplimiento y transparencia. Por ende, sin el respaldo y la presión que antes ejercía Washington, el fortalecimiento de las instituciones y del sistema de justicia se vuelve más urgente que nunca. De lo contrario, a largo plazo, las nuevas políticas estadounidenses podrían contribuir a la perpetuación de la desigualdad y a la cooptación de mercados emergentes.
Citación académica sugerida: Orozco, Samantha. La Suspensión de la Ley de Prácticas Corruptas en el Extranjero de los Estados Unidos de América: ¿Retroceso para la lucha global contra la corrupción? Agenda Estado de Derecho. 2025/03/26. Disponible en: https://agendaestadodederecho.com/la-suspension-de-la-ley-de-practicas-corruptas-en-el-extranjero-de-los-estados-unidos-de-america/
Palabras clave sugeridas: Estados Unidos, Anticorrupción, FCPA.
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Abogada Guatemalteca con Máster en Administración Pública, LLM en Derecho Internacional Público en la Universidad de Leiden, Países Bajos. Actualmente PhD Candidate en la Vrije Universiteit de Amsterdam en temas de Mecanismos Internacionales contra la Corrupción.
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