La salud de la democracia boliviana es casi tan frágil como su sistema de salud; por ello, los impactos del COVID-19 no han hecho más que agravar la situación y aumentar la incertidumbre. El país no solo se vio afectado por la pandemia que, hasta ahora, contagió a más de 100.000 habitantes y ha ocasionado más de 4.000 decesos, ubicándolo entre los 27 Estados con más infectados y muertes del mundo, sino porque también obligó a postergar las elecciones que estaban previstas a realizarse el 3 de mayo de este año.
La propuesta inicial del Tribunal Supremo Electoral (TSE) a la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP), mediante un anteproyecto de ley, fue fijar una nueva fecha entre los meses de junio y septiembre. La ALP optó entonces por situar como fecha el 2 de agosto, pero esta fue modificada al 6 de septiembre y finalmente aplazada, esta vez impostergablemente, hasta el 18 de octubre.
Como es sabido, en otros Estados democráticos se pospusieron las elecciones por causa de la pandemia, pero el lugar de donde venía el país era diferente al del resto. Bolivia venía de anular las elecciones generales del 20 de octubre de 2019; elecciones que primero fueron cuestionadas por la Misión de Observación Electoral de la Organización de Estados Americanos (OEA) y, luego, por una auditoría de carácter vinculante de la misma organización, que concluyó que hubo manipulación dolosa y parcialidad de la autoridad electoral, razones suficientes como para considerarlas viciadas de nulidad.
Esto generó una revuelta popular y una grave crisis de Estado, que finalmente derivó en la renuncia y abandono del país del entonces presidente Evo Morales, y la sucesión de acuerdo con el procedimiento constitucional, por la senadora Jeanine Añez.
La anulación de la elección fue traumática, costó vidas humanas y dividió a la sociedad. A pesar de aquello, parecía que el país había encontrado salidas consensuadas para resolver una crisis democrática con más democracia, esto es, mediante nuevas elecciones administradas por un renovado TSE, fruto del consenso entre el nuevo Ejecutivo y la mayoría parlamentaria del viejo régimen de casi 14 años de Evo Morales, que continuó en funciones y que en un principio mostró moderación.
A finales de noviembre, en consenso con el ejecutivo la Asamblea Legislativa Plurinacional aprobó la Ley de Régimen Electoral y Transitorio que cesaba a los antiguos vocales electorales y establecía un procedimiento para nombrar a nuevos miembros del TSE. Además, con el mismo consenso y con el aval del Tribunal Constitucional, para evitar un vacío de poder, se aprobó la Ley excepcional de prórroga del mandato constitucional de autoridades electas, esto porque, especialmente el mandato de los legisladores vencía el 22 de enero.
Así, volvemos a mayo de 2020, cuando el legislativo decidió fijar como nueva fecha de elecciones el 2 de agosto, lo que produjo un quiebre entre el poder ejecutivo y el legislativo que dura hasta hoy. El ejecutivo pensaba que el 2 de agosto era muy pronto para ir a elecciones debido a que la pandemia podría no haber alcanzado la meseta de contagios. El conflicto de poderes es áspero, porque de acuerdo con la Constitución, el presidente del Estado no puede vetar leyes, tan solo observarlas, y si el legislativo considera infundadas las observaciones, puede promulgar la ley por su cuenta y así lo hizo. Esto ha generado una especie de gobierno dual en Bolivia: un ejecutivo que gobierna mediante decretos y un legislativo que promulga leyes sin tomar en cuenta a nadie más.
La postergación trajo consigo el debate sobre los derechos electorales en colisión con el derecho a la salud. La Constitución boliviana consagra y protege ambos derechos y como sabemos, tanto la Comisión como la Corte Interamericana de Derechos Humanos se expresaron al principio de la pandemia, señalando que el sistema internacional impone una serie de requisitos tales como: legalidad, necesidad, proporcionalidad y temporalidad de las medidas de excepción para evitar afectaciones del sistema democrático; que esas medidas deben estar ajustadas a los objetivos definidos, conforme a criterios científicos y ser razonables y estrictamente necesarias.
El aplazamiento de las elecciones en Bolivia se basó siempre en criterios razonables y necesarios para proteger el derecho a la salud, de acuerdo con informes científicos que al principio fallaron mucho en sus predicciones, respecto a cuándo se llegaría al pico de la pandemia y sería más seguro ir a votar.
El TSE ha informado que, durante este tiempo, fue recogiendo todas las experiencias y recomendaciones sobre medidas necesarias e innovaciones posibles para llevar adelante una elección sanitariamente responsable, que evite el ausentismo y que además debía tener en consideración la posibilidad de la llegada de misiones de observación electoral internacional, sorteando las cuarentenas y restricciones de viaje en todo el mundo.
Todas estas dificultades hicieron ver que hacer elecciones en agosto no eran posibles; por este motivo, el TSE llevó adelante negociaciones con todas las fuerzas políticas involucradas en el proceso electoral con el apoyo de las Naciones Unidas, la Unión Europea y la Iglesia Católica y se consiguió un acuerdo no consensuado pero mayoritario para fijar las elecciones el 6 de septiembre. La Asamblea Legislativa aceptó modificar nuevamente la ley porque el candidato del Movimiento al Socialismo fue parte de la negociación. La presidente Añez promulgó la ley a regañadientes, señalando que aún esa fecha le parecía muy cercana, pero que lo hacía para que no la acusen de buscar prorrogarse en el poder, apuntando como responsable de los contagios que pudieran ocurrir durante la elección al TSE.
A finales de julio, los números de infectados por coronavirus aumentaron vertiginosamente, los hospitales colapsaron y comenzaron a aparecer muertos en las calles del país. Esto obligó al TSE, junto a un equipo de expertos asesores y la colaboración de la Organización Panamericana de la Salud, a estudiar con mayor precisión cuándo se llegaría al pico de la pandemia. Los resultados indicaron que eso ocurriría entre agosto y septiembre, por lo que el Tribunal, en uso de sus atribuciones como poder del Estado, decidió fijar una nueva y definitiva fecha electoral, el domingo 18 de octubre, la última fecha en la que es posible hacer elecciones considerando una segunda vuelta y así, la posesión de las nuevas autoridades de gobierno ocurra durante la gestión 2020 según mandato constitucional.
Este último cambio de fecha no fue aceptado por la Asamblea Legislativa que exigió que la modificación se haga por ley. El descontento fue aprovechado por la Central Obrera Boliviana (COB), a fin al partido dominante en la ALP y durante 11 días llevó adelante manifestaciones que, en algunos casos, terminaron en bloqueos de caminos, y acciones abusivas que nada tienen que ver con expresiones de protesta legítima, y por el contrario, ocasionaron afectaciones directas a los derechos de las personas, la vida y la salud tanto de bloqueados como de bloqueadores.
Finalmente, las protestas y bloqueos se apaciguaron gracias al diálogo promovido por el TSE que permitió aprobar la ley que ratificó la fecha de los comicios para el 18 de octubre. En conclusión, hasta ahora se han hecho todos los esfuerzos posibles por compatibilizar los derechos electorales con el derecho a la salud, buscando la fecha más alejada posible con la esperanza de que para entonces, disminuya el riesgo de contagio, acudiendo a votar con las medidas excepcionales de bio seguridad reguladas por el TSE y por otro lado, cumplir el mandato legal que impone posesionar a las nuevas autoridades este año.
Citación académica sugerida: Paz Logatto, José María: Impactos del COVID-19 en la salud de la democracia boliviana , 2020/10/02, https://agendaestadodederecho.com/impactos-del-covid-19-en-la-salud-de-la-democracia-en-bolivia
Secretario técnico de la alianza de la sociedad civil boliviana La Ruta de La Democracia y director ejecutivo de la Asociación Boliviana de Ciencia Política.
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Abogada colombiana, LLM en International Legal Studies por la Universidad de Georgetown y Máster en Argumentación Jurídica por la Universidad de Alicante. Es candidata a Doctora en Derecho por la Universidad de Georgetown. Actualmente se desempeña como Directora Asociada en el O'Neill Institute for National and Global Health Law y es docente en la Universidad de Georgetown y en programas de especialización y maestría en diversas universidades de América Latina. Anteriormente trabajó en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos donde tuvo varios cargos, principalmente como Coordinadora de la Sección de Casos a cargo de la etapa de fondo y del litigio ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Es profesora ayudante e investigadora predoctoral en el Departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). Tiene un Máster en Democracia y Gobierno, y un Máster en Gobernanza y Derechos Humanos, ambos de la UAM. Es licenciada en Comunicación Social por la Universidad Central de Venezuela. Es integrante del Lab Grupo de Investigación en Innovación, Tecnología y Gestión Pública de la UAM. Su tesis doctoral aborda la relación entre género, tecnologías y sector público, con un especial énfasis en la Inteligencia Artificial. También ha publicado sobre innovación pública y colaboración entre administraciones públicas y ciudadanía. Formó parte del equipo editorial de Agenda Estado de Derecho desde 2020 hasta febrero de 2022.
Abogada de la Universidad de Chile y Magíster en Derecho Internacional de la Universidad de Cambridge. En el ámbito profesional, se ha desempeñado en el extranjero como asistente legal en la Corte Internacional de Justicia y consultora para la International Nuremberg Principles Academy. En Chile, ha trabajado como abogada para el Comité para la Prevención de la Tortura, y actualmente se desempeña en la División de Derechos Humanos del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile. Asimismo, es académica de Derecho Internacional Público en la Universidad de Chile. Sus áreas de investigación incluyen el derecho internacional de los derechos humanos, la regulación de la actividad policial y su conformidad con estándares internacionales, el derecho internacional humanitario y el derecho penal internacional.
Ex Relator Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) hasta el 5 de octubre de 2020. Abogado y docente uruguayo egresado de la Facultad de Derecho de la Universidad de la República de Uruguay (Udelar). Actualmente es senior fellow en El Diálogo Interamericano (The Interamerican Dialogue) y consultor en libertades informativas de UNESCO y organizaciones de la sociedad civil. Se desempeña como Secretario de Relaciones Internacionales y Gobierno Abierto del Gobierno de Canelones (Uruguay).
Docente y conferenciasta en el campo de la libertad de expresión y el derecho a la información en prestigiosas universidades, entre ellas American University (Washington), Unam (México), Universidad Carlos III (España), Stanford (California), Universidad del Pacífico (Perú), UBA (Argentina) Universidad Diego Portales (Chile), Udelar (Uruguay) y Universidad de los Andes (Colombia). Periodista, columnista y colaborador asiduo en distintos medios de comunicación.
José Luis Caballero Ochoa es Licenciado en Derecho por el Tecnológico de Monterrey, Campus Chihuahua; Maestro en Derecho, por la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México, y Doctor en Derecho por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) de España. Diplomado en derechos humanos y procesos de democratización por la Universidad de Chile. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores. Es académico – investigador en el Departamento de Derecho en la Universidad Iberoamericana, Ciudad de México, del que fue su Director por seis años. Actualmente es Comisionado de la Comisión Internacional de Juristas. Ha participado o participa en diversas comisiones o consejos públicos, ciudadanos y académicos en México, entre los que destacan: el Consejo de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal; la Junta Directiva del Instituto Federal de la Defensoría Pública; el Comité Consultivo del Centro de Estudios Constitucionales de la Suprema Corte de Justicia de la Nación; el Comité Académico y Editorial del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación la Comisión de Selección del Comité de Participación Ciudadana del Sistema Nacional Anticorrupción, entre otros. Docente en diversos programas académicos en materia de derecho constitucional y derechos humanos en centros de educación superior nacionales, y ponente en congresos y foros académicos especializados en México, Argentina, Brasil, Chile, Guatemala, Colombia, España, Estados Unidos y Perú. Su papel como consultor y especialista ha implicado la elaboración de proyectos de ley, dictámenes técnicos bajo la figura de amicus curiae y peritajes internacionales. Su obra publicada consiste en más de 80 capítulos de libros y artículos en revistas especializadas sobre derecho constitucional, derechos humanos y derecho internacional de los derechos humanos, así como algunos libros en estas materias.
Doctorando en Derecho por la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires (Argentina); Master en Derecho Penal y Procesal Penal por Osgoode Hall Law School, Universidad de York (Canadá); Diplomado Latinoamericano sobre Reforma Procesal Penal por la Facultad de Derecho de la Universidad Diego Portales (Chile); Abogado con orientación en Derecho Penal por la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires (Argentina). Actualmente es el Director de Relaciones Internacionales del Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales y Sociales (INECIP). Durante 8 años fue el Director del Área de Capacitación del Centro de Estudios de Justicia de las Américas (CEJA), organismo internacional de la Organización de Estados Americanos (OEA), creado en 1999 por resolución de la Asamblea General de la OEA, con sede en Santiago de Chile.
Fiscal de la Procuración General de la Nación Argentina. Es abogada por la Universidad de Buenos Aires, donde se recibió con diploma de honor, Especialista en derecho penal y procesal penal por la Universidad Torcuato Di Tella y Máster en Derecho por la Universidad de Georgetown. Fue becaria de la Fundación Fulbright y perita de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Es profesora de Garantías Constitucionales del Derecho Penal Sustantivo y Procesal Penal de la Universidad de Buenos Aires, de Género y Derecho Penal en la Maestría en Derecho Penal de la Universidad de San Andrés y profesora invitada en distintas universidades, de grado y posgrado. Es autora de varios artículos en publicaciones académicas sobre temáticas de género y derecho penal y de garantías constitucionales en el proceso penal.
Abogado, Magíster en Derecho y Posgrado en Derecho Constitucional y Derechos Humanos por la Universidad de Palermo. Profesor en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. Responsable del Programa para la Aplicación de Instrumentos de Derechos Humanos del Ministerio Público de la Defensa de la Nación. Integrante de la Red Latinoamericana de Académicas/os del Derecho - ALAS. Fue docente en diferentes universidades de Argentina, e investigador y docente en el Centro de Derechos Humanos de la Universidad de Chile. Sus temas de especialización son Derecho Internacional de los Derechos Humanos, Acceso a la Justicia y No Discriminación.
Director Ejecutivo de Fundación Ciudadanía y Desarrollo, contacto nacional de Transparencia Internacional en Ecuador. Abogado y máster en Dirección y Gestión Pública, así como en Acción Política, Fortalecimiento Institucional y Participación Ciudadana en el Estado de Derecho. Fue miembro suplente de la Asamblea Nacional Constituyente de Ecuador y asesor constitucional en el Consejo de Participación Ciudadana. Fellow del Centro para la Democracia, el Desarrollo y el Estado de Derecho de la Universidad de Stanford. Consultor para organizaciones nacionales e internacionales en temas de derechos humanos, libertad de expresión, acceso a la información, participación ciudadana, transparencia y lucha contra la corrupción.
Doctor en Ciencias Políticas de la Universidad de la República de Uruguay, magíster en Estudios Políticos por la Universidad Metropolitana de Venezuela y licenciado en Comunicación Social por la Universidad Santa María con especialización en Gobernabilidad y Gerencia Política por la Universidad Católica Andrés Bello y The George Washington University. Autor del libro «Venezolanos en el Uruguay» (2019). Trabaja como editor de la plataforma Diálogo Político y coordinador de proyectos del Programa Regional Partidos Políticos y Democracia en América Latina de la Fundación Konrad Adenauer.
Abogado egresado de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala y con un Máster en Economía de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. En la actualidad, desempeña el cargo de Editor Asistente en el blog de la International Association of Constitutional Law (IACL) y es Director del área de Estudios Jurídicos en la Fundación Libertad y Desarrollo, un think tank basado en Ciudad de Guatemala. A nivel docente, ejerce como profesor tanto en la Universidad del Istmo como en la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Adicionalmente, es columnista para el periódico guatemalteco La Hora. Sus principales áreas de investigación son el derecho constitucional y el derecho electoral.
Vicepresidenta de incidencia y litigio internacional del Robert F. Kennedy Human Rights. Baeyens lidera la estrategia de incidencia legal en derechos humanos de la organización, incluyendo el litigio de casos de alto impacto ante mecanismos de la ONU y sistemas regionales de protección, en temáticas relacionadas con la protección del espacio cívico y la lucha contra la discriminación, violencia e impunidad. Previamente se desempeñó como oficial de asuntos políticos en la ONU y como oficial de derechos humanos en la CIDH, donde también coordinó la Relatoría sobre personas defensoras. Es profesora adjunta de la Facultad de Derecho de la Universidad de Georgetown. Recibió su título de abogada de la Universidad de Ibagué, Colombia, y su LL.M en derecho internacional de los derechos humanos de la Universidad de Notre Dame, Estados Unidos.
Juez electo de la Corte Internacional de Justicia, además de profesor y director del Departamento de Derecho Público de la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG) y fundador del Centro de Derecho Internacional (CEDIN) y del Anuario Brasileño de Derecho Internacional. Tiene un máster de la UFMG y un doctorado de la Universidad París X Nanterre, y ha trabajado como jurista adjunto en el CIJ. Ha sido profesor visitante en el Institut des Hautes Études Internationales de la Université Panthéon-Assas Paris II, la Université Caen Basse-Normandie, la Université Paris-Ouest Nanterre la Défence y el Centro Lauterpacht de Derecho Internacional (Universidad de Cambridge, Reino Unido).
Abogado venezolano, egresado de la Universidad Católica Andrés Bello. LL.M. en derecho internacional de la Universidad de Cambridge, en Reino Unido, y Magíster en políticas públicas de la Universidad de los Andes, en Colombia. Actualmente se desempeña como asesor legal senior del Centro de Derechos Reproductivos y docente de la Universidad de los Andes. Fue abogado de la Secretaría de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Directora Ejecutiva de la Fundación para el Debido Proceso (DPLF por sus siglas en inglés) organización regional dedicada a promover el Estado de derecho y los derechos humanos en América Latina. Antes de unirse a DPLF, fue Coordinadora Adjunta de la Unidad de Investigaciones Especiales de la Comisión de la Verdad de Perú, a cargo de la investigación de graves violaciones de derechos humanos ocurridas durante el conflicto armado interno en ese país. Previamente trabajó en la Adjuntía para los Derechos Humanos de la Defensoria del Pueblo de Perú y formó parte del equipo legal de la Coalición Contra la Impunidad (Alemania) que promovió el procesamiento penal en ese país de militares argentinos responsables de la desaparición de ciudadanos alemanes durante la dictadura argentina. Katya realizó sus estudios de derecho en la Pontifica Universidad Católica del Perú y de maestría en derecho internacional público en la Universidad de Heidelberg, Alemania.
Experto afiliado al Constitution Transformation Network de la Universidad de Melbourne e investigador asociado de la Universidad Rafael Landívar de Guatemala. Doctor en Derecho por la Escuela de Derecho de la Universidad de Melbourne y una Maestria en Derecho Público e Internacional en esa misma casa de estudios, y una Licenciatura en Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Rafael Landívar. Tiene experiencia en gobierno, especificamente en negociacion de tratados y convenciones, litigio en instancias internacionales e implementacion de instrumentos en materia de derechos humanos, y como consultor para organismos financieros internacionales.
Candidato a doctor por la Facultad de Derecho de la Universidad de Ottawa (Canadá). Director de la Clínica de Derechos Humanos del Centro de Investigación y Enseñanza en Derechos Humanos (HRREC) y profesor de la Sección de Derecho Civil de la Universidad de Ottawa. Anteriormente trabajó en la Comisión Andina de Juristas, el Tribunal Constitucional y el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos del Perú. Sus áreas de investigación son el Sistema Interamericano, Empresas y Derechos Humanos, Derecho Penal Internacional, TWAIL y libertad académica. Integrante del Grupo de Estudios Latinoamericano sobre Derecho Penal Internacional de la Fundación Konrad Adenauer.
Es abogada por la Universidad San Francisco de Quito, y tiene un LL.M. por el Washington College of Law de American University, con enfoque en Derecho Internacional de los Derechos Humanos. Es candidata para el título de Doctora en Derecho por la Universidad Externado de Colombia. Ha trabajado como especialista en la Relatoría Especial para la Libre Expresión de la CIDH, Fundamedios y la Dirección Nacional de DDHH en Ecuador. Actualmente, es Directora del Observatorio de Derechos y Justicia de Ecuador, docente en la Universidad Internacional del Ecuador, y socia fundadora de Gentium Law Consultores.
Abogada costarricense, Máster en Derecho Internacional y Resolución de Conflictos por la Universidad para la Paz de las Naciones Unidas. Actualmente se desempeña como Directora Legal para América Latina en Women’s Link Worldwide, desde donde ejerce como estratega legal, líder de iniciativa y abogada litigante, con una gran responsabilidad para diseñar y liderar complejos proyectos legales, asimismo, es docente en la Universidad para la Paz, y en diversas universidades de Costa Rica. Anteriormente trabajó en el Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL) como Directora del Programa para Centroamérica y México, en la Secretaría General de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) y como consultora internacional. Marcia se especializa en el litigio estratégico con enfoque de género e interseccional.
Doctor en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid. Especialista en Derecho Constitucional por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y en Derecho Constitucional y Ciencia Política por el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales (Madrid). Licenciado en Derecho por la Universidad Autónoma de Guerrero (México). Es Investigador Nacional nivel I del Sistema Nacional de Investigadores del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT, México). En representación de México es miembro del Grupo de Justicia Constitucional y Derechos Fundamentales del Programa Estado de Derecho para Latinoamérica de la Fundación Konrad Adenauer.