La autora destaca la importancia de que la aproximación a los tratamientos hormonales de NNA, desde los derechos humanos, sea el resultado de procesos deliberativos y con evidencia científica.
Este artículo se publica como producto de la alianza de Agenda Estado de Derecho y el blog de Ámbito Jurídico .
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Recientemente se publicó un comunicado de prensa titulado “CIDH advierte contra medidas regresivas en el ámbito de salud que impactan a jóvenes trans e intersex en los Estados Unidos de América”. Este pronunciamiento se enmarca en un contexto en el que no hay transparencia sobre qué tipo de deliberación existe para redactar estos comunicados, cuál es la rigurosidad en la revisión de la documentación relevante y cuál es el sistema de votación y de mayorías en la CIDH para publicarlos. Esto resulta preocupante si se tiene en cuenta que, cada vez más, a través de estos comunicados se adoptan posturas sobre temas centrales de interpretación de la Convención Americana, incluyendo la derivación de posibles obligaciones que estarían en cabeza del Estado y sobre las que aún no hay un consenso, ni en el propio órgano internacional.
Al margen de lo anterior, de varias cuestiones problemáticas en este comunicado, quisiera resaltar especialmente dos: por un lado, la postura que parece asumir frente al acceso a medicamentos que bloquean la pubertad para los menores de edad, y por otro, la postura de que la realización de estos tratamientos no admitiría objeción de conciencia. Y antes de plantear las reflexiones frente a estos dos puntos, debe haber claridad en dos premisas: primero, que no existe ningún pronunciamiento de la Corte IDH que haya abordado estos dos asuntos tan delicados y controvertidos, y que si bien existen algunos pronunciamientos de la CIDH sobre el acceso a tratamientos de hormonas de afirmación de la identidad de género (que por supuesto también deberían ser objeto más amplio de discusión y deliberación), hasta ahora ninguno ha abordado explícitamente la situación concreta de menores de edad, ni el derecho a la objeción de conciencia.
Segundo, aunque el comunicado parezca ir dirigido al contexto político y normativo de EEUU, no es un secreto que no es únicamente a este país al que realmente se pretende impactar, sino que es a los países de Latinoamérica y el Caribe a quienes también quiere apuntarse, a través de la construcción de “estándares” que luego se busca que sean exigibles por medio de la figura del control de convencionalidad.
Con estas dos premisas, abordaré el primer asunto. El comunicado afirma que existe preocupación por las leyes y políticas que “restringen el acceso a medicamentos que bloquean la pubertad (…) para las personas trans”. La preocupación está relacionada, entre otras, con “el impacto diferenciado de algunas de estas leyes sobre los derechos de la niñez”. Este es un asunto sumamente delicado que debería ser objeto de un debate amplio, deliberativo y documentado. Con los recientes estudios científicos que se han producido sobre este tema a nivel mundial, perfectamente el comunicado podría decir lo contrario, esto es, la CIDH podría manifestar su preocupación por los impactos y efectos que pueda tener en los derechos de la niñez, y especialmente en su salud física y mental, el acceso a hormonas que bloquean la pubertad y que ya se ha empezado a demostrar que tienen efectos irreversibles en la mayoría de los casos.
De hecho, un estudio publicado este año concluye que “las revisiones sistemáticas de evidencia para adolescentes son consistentes con los estudios a largo plazo en adultos, que no lograron mostrar mejoras creíbles en la salud mental y sugirieron un patrón de daños asociados al tratamiento”. El estudio enfatiza en que «[d]ebido a que lo que está en juego es el futuro y el bienestar de los pacientes jóvenes y sus familias, el campo debe dejar de depender de argumentos de justicia social y regresar a los principios tradicionales de la medicina basada en la evidencia”.
Debería llamarle la atención a la CIDH que, de hecho, algunos de los daños asociados a estos tratamientos son los que justamente se intentan prevenir, según el comunicado. Así, como lo afirma el artículo científico referido: “[l]os estudios a más largo plazo, con las metodologías más sólidas, informaron un aumento notable de la morbilidad y la mortalidad y un riesgo persistentemente alto de suicidio posterior a la transición entre los adultos”. Por ello, en países como Finlandia, Suecia, Francia, Noruega y el Reino Unido, científicos y funcionarios de salud pública están alertando que estas intervenciones pueden hacer más daño que bien. A su vez, están empezando a reversar las políticas que promovían estos tratamientos como adecuados para tratar los casos y a advertir sobre las graves consecuencias que puede tener el bloquear el proceso de pubertad natural a través de hormonas. En efecto, el uso permanente de estas hormonas puede tener consecuencias médicas importantes, incluyendo el posible desarrollo de cáncer, daños en los huesos y en el cerebro, esterilidad, intoxicación del hígado, laceración vaginal, problemas de presión sanguínea, y daños funcionales a órganos del cuerpo, entre otros), sumado, por supuesto, a las consecuencias en la salud mental.
En este contexto, el comunicado omite un asunto esencial: la capacidad de las niñas, niños y adolescentes para tomar este tipo de decisiones. En el derecho internacional existen varios ejemplos en los que se ha establecido que los menores de edad no tienen la capacidad para consentir ciertas decisiones. Así, en el marco de los conflictos armados, el reclutamiento de menores de edad -18 años de conformidad con el Protocolo facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño y 15 años de acuerdo con los Protocolos I y II adicionales a los Convenios de Ginebra y la norma consuetudinaria 136- se encuentra prohibido aun cuando medie la voluntad del menor al no poder otorgar razonablemente su consentimiento.
Asimismo, en el campo de empresas y derechos humanos, algunos órganos internacionales (UNICEF, OMS o Relatorías de NU) han recomendado la restricción de la publicidad dirigida a menores de edad de ciertos alimentos y bebidas, dado que se trata de una población altamente influenciable en las decisiones de consumo.
Sin embargo, cuando se trata de una decisión tan fundamental como la de someterse a procedimientos médicos invasivos para alterar el sexo biológico, en cambio, según lo que se infiere del comunicado, se debería asumir que las decisiones son libres e informadas y que el papel de los médicos no es ayudar a los pacientes a discernir, sino solamente “afirmar”, so pena de perder el empleo o de poner en riesgo la licencia médica o ser llamados transfóbicos, y enfrentar el ostracismo profesional.
Ahora bien, sobre el segundo asunto, el comunicado resalta la preocupación por que ciertas medidas permitan a “proveedores de servicios médicos, incluidos doctores y compañías de seguros, rechazar servicios médicos en base a sus creencias religiosas”. Al respecto, como lo hemos puesto de presente en otras oportunidades, es muy preocupante que se siga reforzando la narrativa de que la objeción de conciencia, que es un derecho protegido convencionalmente, es un obstáculo para la protección de los derechos.
En todo caso, resulta reduccionista señalar que las objeciones sobre los tratamientos afirmativos de la identidad de género se presentan simplemente porque se ofenden convicciones de fe. Las expresiones de profesionales de la salud que encuentran contrario a la medicina realizar mastectomías en órganos sanos, detener la pubertad mediante la utilización de medicamentos con múltiples efectos secundarios, o practicar procedimientos altamente invasivos que no han demostrado prevenir las afectaciones a la salud mental, no solo se enmarcan en el legítimo ejercicio de la objeción de conciencia, sino que son un medio para discutir asuntos que pueden impactar gravemente a los menores.
Por tanto, algunas de las preguntas que deben plantarse sobre este tema están aún sin resolver y requieren de un debate responsable. Así, es importante que la CIDH escuche todas las posturas, y no cierre la conversación sin haberla comenzado. Algunas de estas preguntas son: ¿Qué está ocasionando que la disforia de género, que era un fenómeno absolutamente inusual, esté aumentando exponencialmente en los últimos años? ¿No deberíamos reflexionar sobre los miles de niños y adolescentes que están recurriendo a estos tratamientos a pesar de la escasez de evidencia científica sólida sobre su seguridad y eficacia a largo plazo?¿Por qué debemos asumir que la “identidad trans” que está emergiendo en niños cada vez más pequeños es auténtica y se mantendrá de por vida, o que todas las variaciones de identidad de género son saludables y deben ser “afirmadas”, o que la única forma de aliviar o prevenir los problemas de salud mental es alterar el cuerpo ante los primeros signos de la pubertad? ¿No nos tomaremos en serio los intereses económicos detrás del cada vez más creciente número de clínicas que se dedican a realizar tratamientos hormonales o quirúrgicos, incluidas las más de 17.480 mastectomías por procedimientos de afirmación de género entre el 2016 y 2019 en Estados Unidos? ¿No será preocupante que de estas mastectomías 1.114 hayan sido realizadas en adolescentes con un aumento del 389%?
Por último, termino por advertir una cuestión estrechamente relacionada con este debate que fue puesta de presente recientemente por Reem Alsalem, Relatora Especial de las Naciones Unidas sobre la violencia contra la mujer: este es un tema que requiere un espacio abierto para el diálogo, con pleno respeto de la libertad de expresión, sin correr el riesgo de que quien se atreva a opinar sea automáticamente censurado. Resulta preocupante que, incluso personas adultas que han pasado por el proceso de transición hormonal y/o quirúrgico y que han manifestado públicamente los daños y afectaciones que este proceso les ha causado y las razones por las cuales han intentado detransicionar, han sido tachadas como transfóbicas. Esto es inadmisible. Las discusiones sobre temas tan trascendentales no pueden reducirse a la falsa polarización pro-derechos vs. anti-derechos.
En este sentido, es fundamental considerar las palabras de la Relatora, cuando dice que “[e]s importante que las personas, incluidos los investigadores y académicos, que expresen sus opiniones sobre las intervenciones de “afirmación de género”, incluso para los niños, no sean silenciadas, amenazadas, o intimidadas simplemente por sostener y articular tales puntos de vista. Esto es particularmente importante dadas las implicaciones para cuestiones vitales como la protección, la participación y el consentimiento de la niñez frente a la educación sexual. Las medidas que encuentro particularmente preocupantes incluyen represalias como la censura, acoso, (…) rechazo en paneles académicos y la negativa a publicar conclusiones y artículos de investigación”.
Las manifestaciones de la Relatora no solo son importantes por su contenido, sino porque evidencian que el derecho internacional no se ha decantado aún por las mejores y más legítimas respuestas a un problema social altamente complejo. Por tanto, un llamado a la prudencia: no es el papel de la CIDH, mucho menos a través de un comunicado de prensa, enviar el mensaje de que las obligaciones internacionales exigen que los Estados garanticen tratamientos hormonales que bloquean la pubertad a menores de edad o que deban restringir el ejercicio del derecho a la objeción de conciencia frente a este tipo de tratamientos. Este, definitivamente, no es el papel de un órgano internacional de DDHH.
Citación académica sugerida: Acosta-López, Juana. El papel de la CIDH en tratamientos hormonales de menores: un llamado urgente a la prudencia. Agenda Estado de Derecho. 2023/06/14. Disponible en:https://agendaestadodederecho.com/tratamientos-hormonales-de-menores/
Palabras clave: Comisión Interamericana de Derechos Humanos; Personas intersex; Personas trans
Obtuvo título de abogada de la Universidad Javeriana, una Maestría en Derechos Humanos y Democratización de la Universidad Externado, un LLM en Estudios Legales Internacionales de la New York University y un Doctorado de la Universidad Nacional Autónoma de México. Ha trabajado como consultora en temas relacionados con empresas y derechos humanos, derecho internacional y justicia transicional.
Ha sido Presidenta y Vicepresidenta de la Academia Colombiana de Derecho Internacional y fue la primera colombiana en formar parte del Comité Editorial de la Revista Internacional de la Cruz Roja. También fue elegida Co-Presidenta del Capítulo Colombiano de ICON-S Colombia. Como profesora, ha impartido materias relacionadas con derecho internacional y justicia transicional en varias universidades. Actualmente, es profesora asociada en la Universidad de La Sabana y co-directora de un grupo de investigación en derecho internacional.
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Abogada colombiana, LLM en International Legal Studies por la Universidad de Georgetown y Máster en Argumentación Jurídica por la Universidad de Alicante. Es candidata a Doctora en Derecho por la Universidad de Georgetown. Actualmente se desempeña como Directora Asociada en el O'Neill Institute for National and Global Health Law y es docente en la Universidad de Georgetown y en programas de especialización y maestría en diversas universidades de América Latina. Anteriormente trabajó en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos donde tuvo varios cargos, principalmente como Coordinadora de la Sección de Casos a cargo de la etapa de fondo y del litigio ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Es profesora ayudante e investigadora predoctoral en el Departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). Tiene un Máster en Democracia y Gobierno, y un Máster en Gobernanza y Derechos Humanos, ambos de la UAM. Es licenciada en Comunicación Social por la Universidad Central de Venezuela. Es integrante del Lab Grupo de Investigación en Innovación, Tecnología y Gestión Pública de la UAM. Su tesis doctoral aborda la relación entre género, tecnologías y sector público, con un especial énfasis en la Inteligencia Artificial. También ha publicado sobre innovación pública y colaboración entre administraciones públicas y ciudadanía. Formó parte del equipo editorial de Agenda Estado de Derecho desde 2020 hasta febrero de 2022.
Abogada de la Universidad de Chile y Magíster en Derecho Internacional de la Universidad de Cambridge. En el ámbito profesional, se ha desempeñado en el extranjero como asistente legal en la Corte Internacional de Justicia y consultora para la International Nuremberg Principles Academy. En Chile, ha trabajado como abogada para el Comité para la Prevención de la Tortura, y actualmente se desempeña en la División de Derechos Humanos del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile. Asimismo, es académica de Derecho Internacional Público en la Universidad de Chile. Sus áreas de investigación incluyen el derecho internacional de los derechos humanos, la regulación de la actividad policial y su conformidad con estándares internacionales, el derecho internacional humanitario y el derecho penal internacional.
Ex Relator Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) hasta el 5 de octubre de 2020. Abogado y docente uruguayo egresado de la Facultad de Derecho de la Universidad de la República de Uruguay (Udelar). Actualmente es senior fellow en El Diálogo Interamericano (The Interamerican Dialogue) y consultor en libertades informativas de UNESCO y organizaciones de la sociedad civil. Se desempeña como Secretario de Relaciones Internacionales y Gobierno Abierto del Gobierno de Canelones (Uruguay).
Docente y conferenciasta en el campo de la libertad de expresión y el derecho a la información en prestigiosas universidades, entre ellas American University (Washington), Unam (México), Universidad Carlos III (España), Stanford (California), Universidad del Pacífico (Perú), UBA (Argentina) Universidad Diego Portales (Chile), Udelar (Uruguay) y Universidad de los Andes (Colombia). Periodista, columnista y colaborador asiduo en distintos medios de comunicación.
José Luis Caballero Ochoa es Licenciado en Derecho por el Tecnológico de Monterrey, Campus Chihuahua; Maestro en Derecho, por la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México, y Doctor en Derecho por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) de España. Diplomado en derechos humanos y procesos de democratización por la Universidad de Chile. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores. Es académico – investigador en el Departamento de Derecho en la Universidad Iberoamericana, Ciudad de México, del que fue su Director por seis años. Actualmente es Comisionado de la Comisión Internacional de Juristas. Ha participado o participa en diversas comisiones o consejos públicos, ciudadanos y académicos en México, entre los que destacan: el Consejo de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal; la Junta Directiva del Instituto Federal de la Defensoría Pública; el Comité Consultivo del Centro de Estudios Constitucionales de la Suprema Corte de Justicia de la Nación; el Comité Académico y Editorial del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación la Comisión de Selección del Comité de Participación Ciudadana del Sistema Nacional Anticorrupción, entre otros. Docente en diversos programas académicos en materia de derecho constitucional y derechos humanos en centros de educación superior nacionales, y ponente en congresos y foros académicos especializados en México, Argentina, Brasil, Chile, Guatemala, Colombia, España, Estados Unidos y Perú. Su papel como consultor y especialista ha implicado la elaboración de proyectos de ley, dictámenes técnicos bajo la figura de amicus curiae y peritajes internacionales. Su obra publicada consiste en más de 80 capítulos de libros y artículos en revistas especializadas sobre derecho constitucional, derechos humanos y derecho internacional de los derechos humanos, así como algunos libros en estas materias.
Doctorando en Derecho por la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires (Argentina); Master en Derecho Penal y Procesal Penal por Osgoode Hall Law School, Universidad de York (Canadá); Diplomado Latinoamericano sobre Reforma Procesal Penal por la Facultad de Derecho de la Universidad Diego Portales (Chile); Abogado con orientación en Derecho Penal por la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires (Argentina). Actualmente es el Director de Relaciones Internacionales del Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales y Sociales (INECIP). Durante 8 años fue el Director del Área de Capacitación del Centro de Estudios de Justicia de las Américas (CEJA), organismo internacional de la Organización de Estados Americanos (OEA), creado en 1999 por resolución de la Asamblea General de la OEA, con sede en Santiago de Chile.
Fiscal de la Procuración General de la Nación Argentina. Es abogada por la Universidad de Buenos Aires, donde se recibió con diploma de honor, Especialista en derecho penal y procesal penal por la Universidad Torcuato Di Tella y Máster en Derecho por la Universidad de Georgetown. Fue becaria de la Fundación Fulbright y perita de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Es profesora de Garantías Constitucionales del Derecho Penal Sustantivo y Procesal Penal de la Universidad de Buenos Aires, de Género y Derecho Penal en la Maestría en Derecho Penal de la Universidad de San Andrés y profesora invitada en distintas universidades, de grado y posgrado. Es autora de varios artículos en publicaciones académicas sobre temáticas de género y derecho penal y de garantías constitucionales en el proceso penal.
Abogado, Magíster en Derecho y Posgrado en Derecho Constitucional y Derechos Humanos por la Universidad de Palermo. Profesor en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. Responsable del Programa para la Aplicación de Instrumentos de Derechos Humanos del Ministerio Público de la Defensa de la Nación. Integrante de la Red Latinoamericana de Académicas/os del Derecho - ALAS. Fue docente en diferentes universidades de Argentina, e investigador y docente en el Centro de Derechos Humanos de la Universidad de Chile. Sus temas de especialización son Derecho Internacional de los Derechos Humanos, Acceso a la Justicia y No Discriminación.
Director Ejecutivo de Fundación Ciudadanía y Desarrollo, contacto nacional de Transparencia Internacional en Ecuador. Abogado y máster en Dirección y Gestión Pública, así como en Acción Política, Fortalecimiento Institucional y Participación Ciudadana en el Estado de Derecho. Fue miembro suplente de la Asamblea Nacional Constituyente de Ecuador y asesor constitucional en el Consejo de Participación Ciudadana. Fellow del Centro para la Democracia, el Desarrollo y el Estado de Derecho de la Universidad de Stanford. Consultor para organizaciones nacionales e internacionales en temas de derechos humanos, libertad de expresión, acceso a la información, participación ciudadana, transparencia y lucha contra la corrupción.
Doctor en Ciencias Políticas de la Universidad de la República de Uruguay, magíster en Estudios Políticos por la Universidad Metropolitana de Venezuela y licenciado en Comunicación Social por la Universidad Santa María con especialización en Gobernabilidad y Gerencia Política por la Universidad Católica Andrés Bello y The George Washington University. Autor del libro «Venezolanos en el Uruguay» (2019). Trabaja como editor de la plataforma Diálogo Político y coordinador de proyectos del Programa Regional Partidos Políticos y Democracia en América Latina de la Fundación Konrad Adenauer.
Abogado egresado de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala y con un Máster en Economía de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. En la actualidad, desempeña el cargo de Editor Asistente en el blog de la International Association of Constitutional Law (IACL) y es Director del área de Estudios Jurídicos en la Fundación Libertad y Desarrollo, un think tank basado en Ciudad de Guatemala. A nivel docente, ejerce como profesor tanto en la Universidad del Istmo como en la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Adicionalmente, es columnista para el periódico guatemalteco La Hora. Sus principales áreas de investigación son el derecho constitucional y el derecho electoral.
Vicepresidenta de incidencia y litigio internacional del Robert F. Kennedy Human Rights. Baeyens lidera la estrategia de incidencia legal en derechos humanos de la organización, incluyendo el litigio de casos de alto impacto ante mecanismos de la ONU y sistemas regionales de protección, en temáticas relacionadas con la protección del espacio cívico y la lucha contra la discriminación, violencia e impunidad. Previamente se desempeñó como oficial de asuntos políticos en la ONU y como oficial de derechos humanos en la CIDH, donde también coordinó la Relatoría sobre personas defensoras. Es profesora adjunta de la Facultad de Derecho de la Universidad de Georgetown. Recibió su título de abogada de la Universidad de Ibagué, Colombia, y su LL.M en derecho internacional de los derechos humanos de la Universidad de Notre Dame, Estados Unidos.
Juez electo de la Corte Internacional de Justicia, además de profesor y director del Departamento de Derecho Público de la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG) y fundador del Centro de Derecho Internacional (CEDIN) y del Anuario Brasileño de Derecho Internacional. Tiene un máster de la UFMG y un doctorado de la Universidad París X Nanterre, y ha trabajado como jurista adjunto en el CIJ. Ha sido profesor visitante en el Institut des Hautes Études Internationales de la Université Panthéon-Assas Paris II, la Université Caen Basse-Normandie, la Université Paris-Ouest Nanterre la Défence y el Centro Lauterpacht de Derecho Internacional (Universidad de Cambridge, Reino Unido).
Abogado venezolano, egresado de la Universidad Católica Andrés Bello. LL.M. en derecho internacional de la Universidad de Cambridge, en Reino Unido, y Magíster en políticas públicas de la Universidad de los Andes, en Colombia. Actualmente se desempeña como asesor legal senior del Centro de Derechos Reproductivos y docente de la Universidad de los Andes. Fue abogado de la Secretaría de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Directora Ejecutiva de la Fundación para el Debido Proceso (DPLF por sus siglas en inglés) organización regional dedicada a promover el Estado de derecho y los derechos humanos en América Latina. Antes de unirse a DPLF, fue Coordinadora Adjunta de la Unidad de Investigaciones Especiales de la Comisión de la Verdad de Perú, a cargo de la investigación de graves violaciones de derechos humanos ocurridas durante el conflicto armado interno en ese país. Previamente trabajó en la Adjuntía para los Derechos Humanos de la Defensoria del Pueblo de Perú y formó parte del equipo legal de la Coalición Contra la Impunidad (Alemania) que promovió el procesamiento penal en ese país de militares argentinos responsables de la desaparición de ciudadanos alemanes durante la dictadura argentina. Katya realizó sus estudios de derecho en la Pontifica Universidad Católica del Perú y de maestría en derecho internacional público en la Universidad de Heidelberg, Alemania.
Experto afiliado al Constitution Transformation Network de la Universidad de Melbourne e investigador asociado de la Universidad Rafael Landívar de Guatemala. Doctor en Derecho por la Escuela de Derecho de la Universidad de Melbourne y una Maestria en Derecho Público e Internacional en esa misma casa de estudios, y una Licenciatura en Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Rafael Landívar. Tiene experiencia en gobierno, especificamente en negociacion de tratados y convenciones, litigio en instancias internacionales e implementacion de instrumentos en materia de derechos humanos, y como consultor para organismos financieros internacionales.
Candidato a doctor por la Facultad de Derecho de la Universidad de Ottawa (Canadá). Director de la Clínica de Derechos Humanos del Centro de Investigación y Enseñanza en Derechos Humanos (HRREC) y profesor de la Sección de Derecho Civil de la Universidad de Ottawa. Anteriormente trabajó en la Comisión Andina de Juristas, el Tribunal Constitucional y el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos del Perú. Sus áreas de investigación son el Sistema Interamericano, Empresas y Derechos Humanos, Derecho Penal Internacional, TWAIL y libertad académica. Integrante del Grupo de Estudios Latinoamericano sobre Derecho Penal Internacional de la Fundación Konrad Adenauer.
Es abogada por la Universidad San Francisco de Quito, y tiene un LL.M. por el Washington College of Law de American University, con enfoque en Derecho Internacional de los Derechos Humanos. Es candidata para el título de Doctora en Derecho por la Universidad Externado de Colombia. Ha trabajado como especialista en la Relatoría Especial para la Libre Expresión de la CIDH, Fundamedios y la Dirección Nacional de DDHH en Ecuador. Actualmente, es Directora del Observatorio de Derechos y Justicia de Ecuador, docente en la Universidad Internacional del Ecuador, y socia fundadora de Gentium Law Consultores.
Abogada costarricense, Máster en Derecho Internacional y Resolución de Conflictos por la Universidad para la Paz de las Naciones Unidas. Actualmente se desempeña como Directora Legal para América Latina en Women’s Link Worldwide, desde donde ejerce como estratega legal, líder de iniciativa y abogada litigante, con una gran responsabilidad para diseñar y liderar complejos proyectos legales, asimismo, es docente en la Universidad para la Paz, y en diversas universidades de Costa Rica. Anteriormente trabajó en el Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL) como Directora del Programa para Centroamérica y México, en la Secretaría General de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) y como consultora internacional. Marcia se especializa en el litigio estratégico con enfoque de género e interseccional.
Doctor en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid. Especialista en Derecho Constitucional por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y en Derecho Constitucional y Ciencia Política por el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales (Madrid). Licenciado en Derecho por la Universidad Autónoma de Guerrero (México). Es Investigador Nacional nivel I del Sistema Nacional de Investigadores del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT, México). En representación de México es miembro del Grupo de Justicia Constitucional y Derechos Fundamentales del Programa Estado de Derecho para Latinoamérica de la Fundación Konrad Adenauer.