¿Qué ha ocurrido desde la instalación de la Convención Constitucional en Chile? ¿Cuáles han sido los tropiezos, avances y aciertos?
Este artículo se publica como producto de la alianza de Agenda Estado de Derecho y el Observatorio Nueva Constitución
El Observatorio Nueva Constitución es un centro de estudios conformado por una alianza de colaboración entre académicos, expertos en políticas públicas y miembros de universidades e instituciones internacionales que buscan analizar el proceso constituyente chileno.
El objetivo del Observatorio Nueva Constitución es verificar el cumplimiento de estándares internacionales asociados a este tipo de procesos, así como de las reglas dadas a partir del Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución de noviembre de 2019. También busca cooperar por medio de actividades de formación constitucional y extensión académica, y de la generación de propuestas en áreas que puedan ser de interés para el proceso.
El Observatorio tiene como antecedente el libro 7 propuestas para la nueva Constitución de Chile, en el que algunos de los(as) académicos(as) que participan de esta instancia son coautores.
Chile ha comenzado la conversación del proyecto de una nueva Constitución. En julio de 2021 se inauguró el trabajo constituyente con la instalación de la Convención Constitucional paritaria, con pueblos originarios, además de una diversidad de fuerzas sociales y políticas representadas. Pese a los temores de algunos sectores, este organismo inició su trabajo con pleno respeto a las reglas vigentes. En ese mismo contexto se eligió como Presidenta a Elisa Loncón, mujer mapuche, académica y líder en la defensa y promoción de los derechos de los pueblos originarios. Su elección implica un cambio político y cultural en la estructura de poder institucional en Chile, ya que por primera vez preside un órgano colegiado una mujer mapuche, representante de dos grupos históricamente excluidos. La acompaña en la Vicepresidencia el abogado Jaime Bassa del Frente Amplio.
En esta breve reflexión relatamos algunos episodios que en algún momento disminuyeron las expectativas depositadas en el trabajo de este órgano, y otros que durante las últimas semanas han recobrado, en parte, la confianza de la ciudadanía.
La Convención Constitucional vio seriamente dificultado el inicio de su trabajo debido a la inexistencia de las mínimas condiciones sanitarias y de infraestructura. Omisión imputable al Gobierno, pues jurídicamente corresponde al Presidente de la República prestar el apoyo técnico, administrativo y financiero al organismo. A lo anterior se sumaron dos discusiones que atrasaron el comienzo del trabajo principal de la Convención, en cuanto a la elaboración de su reglamento de funcionamiento y la redacción del proyecto de la nueva Constitución. Nos referimos a las disputas en torno a la ampliación de la mesa directiva y la elaboración de una declaración pública solicitando beneficios para las personas actualmente presas por encontrarse imputadas o condenadas por delitos cometidos durante el denominado estallido social. Al mismo tiempo, durante las primeras semanas, los sectores políticos más conservadores —ligados al régimen militar— adoptaron una práctica de automarginación en las deliberaciones de la Convención.
Todo lo anterior incrementó las suspicacias de gran parte de la ciudadanía, incluyendo a quienes votaron en octubre de 2020 por la instalación de esta Convención. Reacción natural, esperable, en un país que por primera vez en su historia cuenta con un órgano colegiado elegido democráticamente para redactar un proyecto de nueva Constitución.
Otro hecho que ha causado consternación y que a la fecha no ha sido resuelto –pues se interpretó que los Convencionales no podían renunciar a su cargo– fue la revelación de que el convencional Rodrigo Rojas, quien hizo de un supuesto cáncer su principal eslogan de campaña, no experimentaba ninguna enfermedad crítica.
Con todo, ya a tres meses consolidados del inicio del funcionamiento de la Convención, es posible observar ciertos avances, que paulatinamente van haciendo recobrar las expectativas en su trabajo. A continuación, mencionaremos algunas.
Con el objeto de dotar de mayor representatividad a la mesa directiva y buscar la articulación de acuerdos en una convención en la que ninguna fuerza política es mayoritaria —al contrario, existe una atomización y diversificación de los sectores políticos presentes—, con muchas “caras nuevas” y una potente incorporación de movimientos independientes, se optó por no entender a la vicepresidencia como un ente unipersonal sino colegiado, a efectos de dar cabida a la mayor parte de tales intereses.
Dada la complejidad de la redacción del reglamento de funcionamiento del organismo y el tiempo que razonablemente ello demandaría, se optó por la instalación de ocho comisiones transitorias encargadas de elaborar propuestas que fueron posteriormente aprobadas por el pleno: Reglamento, Ética y Presupuesto, Derechos Humanos, Comunicaciones, Participación y Consulta Indígena, Participación Popular y Descentralización Territorial. Hecho que desembocó en que a la fecha la Convención ya cuente con reglamentos que disciplinen su funcionamiento.
Estas comisiones desarrollaron un intenso trabajo de audiencias públicas abiertas a efectos de recopilar antecedentes, ideas y datos que puedan abastecer y nutrir su trabajo. Más de dos mil solicitudes de audiencias públicas se presentaron ante esta convocatoria.
Diversas han sido las complejidades por las que atravesó el trabajo de las comisiones transitorias de la Convención, pero nos interesa reparar al menos en un par. Una se relaciona con el incremento de los fondos disponibles para la contratación de personal de apoyo y asistencia a la función de los y las convencionales. La segunda, con iniciativas que han propuesto cancelar ciertos discursos, especialmente los que se estiman como apologetas de violaciones a los Derechos Humanos.
La Convención discutió y aprobó un incremento en las asignaciones —no remuneraciones— para solventar los gastos de operación de la Convención. Sobre el particular, es necesario recordar que los fondos asignados por el Ejecutivo para los gastos de operación del órgano constituyente fueron pensados sobre la base de pronósticos que no necesariamente se cumplieron. No se avizoraba, por ejemplo, la existencia de una mesa de vicepresidencias ni se podía calcular la cantidad de comisiones en que se organizaría la convención. Mucho menos los resultados de la elección de mayo, en los cuales nuevas fuerzas políticas ganaron numerosos escaños. Por lo tanto, una vez que se confirmó que la proyección resultaba insuficiente, era necesario revisarla. Era absurdo insistir en una proyección derrumbada por los hechos.
En efecto, si bien la remuneración percibida por los y las convencionales supera el ingreso promedio nacional, es ostensiblemente inferior a la que reciben ministros de Estado y parlamentarios. Ni que mencionar las asignaciones de gastos que se les entrega a dichas autoridades. Pero con toda la importancia que revisten estos cargos, su función no se asemeja a la de redactar un proyecto de nueva Constitución, tanto por la relevancia como por lo inédito de la situación, factor que demanda mayor apoyo. Los recursos utilizados en fortalecer la democracia no son gastos, sino inversiones indispensables.
Por otra parte, nunca está de más recordar la justificación histórica de la remuneración y asignaciones a parlamentarios y convencionales en este caso. Si estas labores se desarrollaran de manera gratuita, únicamente personas con riquezas o financiadas directamente por grupos de interés podrían participar en la actividad política, representando precisamente los intereses de esos grupos aventajados.
Respecto del segundo problema, a comienzos de agosto, la Comisión de Derechos Humanos aprobó un “Voto Político” para que en sus audiencias no participara el convencional Jorge Arancibia, ex Almirante de la Marina que fue edecán de Augusto Pinochet. De la misma manera se informó que en las audiencias públicas no se escucharía a organizaciones defensoras de la dictadura o vinculadas a ella. Bastante se ha analizado el tema desde la perspectiva de la libertad de conciencia y de expresión, esto es, los derechos fundamentales de los y las convencionales (y de las organizaciones) a seleccionar sus convicciones y poder manifestarlas en el seno de la Convención. Si bien hemos de tener presente que a quienes conforman el órgano constituyente les asiste la inviolabilidad por los juicios y opiniones que manifiesten en las sesiones de sala o de pleno, en las mismas condiciones que a los parlamentarios —artículo 134 de la Constitución—, nos parece que el problema no se vincula con los derechos de los y las convencionales sino con el rol y naturaleza del organismo.
Por eso, es necesario recordar que la Convención no es un partido político, una empresa financiada por grupos de interés o una congregación religiosa, que son entidades a quienes se les suele reconocer la facultad (aunque no sin cuestionamientos) de exigir a sus trabajadores la suscripción de un ideario o decálogo redactado por sus directores y/o fundadores. La Convención no tiene dueños ni gerentes.
Por el contrario, es un espacio de deliberación constituyente, autónomo y representativo cuya misión es permitir las discusiones que se encontraban clausuradas por los cerrojos o enclaves antidemocráticos de la Constitución actual. No a la inversa. Es por eso que debe respetarse a todos los actores y voces interesadas en participar. La Convención está conformada por personas que no han pasado por un proceso de selección de personal, mediante el que habitualmente las entidades con líneas editoriales procuran no contratar portavoces de discursos sediciosos para sus objetivos. Las 155 personas que la integran han sido elegidas mediante sufragio y representan los intereses de los distintos sectores de la ciudadanía. Evitar que esos intereses se expresen no es vetar al mensajero, es censurar al electorado.
En este sentido, es importante estar atentos a la aplicación de las normas contenidas en el reglamento de ética de la Convención relativas a las figuras denominadas apología del delito y negacionismo. Cuestión que esperamos analizar en próximas reflexiones.
Durante las últimas semanas, con menos presión mediática producto del protagonismo adquirido por la elección presidencial y parlamentaria de noviembre, y con algo de experiencia acumulada durante varios meses de trabajo, la Convención comienza a mostrar algunos resultados que pueden recobrar la confianza de la ciudadanía en su trabajo y en el éxito del proceso constituyente. Por ejemplo, la aprobación de los reglamentos.
En efecto, la aprobación de los reglamentos y el anuncio del inicio de la discusión del texto del proyecto de Nueva Constitución implican un avance significativo que disipa algunas suspicacias en torno al funcionamiento de la Convención. En esta etapa debe cumplir un rol activo la ciudadanía que pueda contribuir a mejorar este proyecto durante su discusión.
Citación académica sugerida: Alvarado, Paulina; Núñez Leiva, J. Ignacio. A tres meses de la instalación de la Convención Constitucional en Chile: deseo, decepción y reencantamiento, Agenda Estado de Derecho, 2021/10/14. Disponible en: https://agendaestadodederecho.com/dos-meses-convencion-constitucional-en-chile/
Palabras clave: Chile, Constitución, Convención Constitucional
Periodista y licenciada en Comunicaciones de la Universidad del Desarrollo en Chile, con un Diplomado Ejecutivo en Gestión Estratégica de las Comunicaciones en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Experta en medios de comunicación y actual encargada de comunicaciones del Observatorio Nueva Constitución.
Abogado, LLM y Doctor en Derecho. Director del Área de Derecho Público de la Universidad Central de Chile. Coordinador Académico del Observatorio Nueva Constitución.
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Abogada colombiana, LLM en International Legal Studies por la Universidad de Georgetown y Máster en Argumentación Jurídica por la Universidad de Alicante. Es candidata a Doctora en Derecho por la Universidad de Georgetown. Actualmente se desempeña como Directora Asociada en el O'Neill Institute for National and Global Health Law y es docente en la Universidad de Georgetown y en programas de especialización y maestría en diversas universidades de América Latina. Anteriormente trabajó en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos donde tuvo varios cargos, principalmente como Coordinadora de la Sección de Casos a cargo de la etapa de fondo y del litigio ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Es profesora ayudante e investigadora predoctoral en el Departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). Tiene un Máster en Democracia y Gobierno, y un Máster en Gobernanza y Derechos Humanos, ambos de la UAM. Es licenciada en Comunicación Social por la Universidad Central de Venezuela. Es integrante del Lab Grupo de Investigación en Innovación, Tecnología y Gestión Pública de la UAM. Su tesis doctoral aborda la relación entre género, tecnologías y sector público, con un especial énfasis en la Inteligencia Artificial. También ha publicado sobre innovación pública y colaboración entre administraciones públicas y ciudadanía. Formó parte del equipo editorial de Agenda Estado de Derecho desde 2020 hasta febrero de 2022.
Abogada de la Universidad de Chile y Magíster en Derecho Internacional de la Universidad de Cambridge. En el ámbito profesional, se ha desempeñado en el extranjero como asistente legal en la Corte Internacional de Justicia y consultora para la International Nuremberg Principles Academy. En Chile, ha trabajado como abogada para el Comité para la Prevención de la Tortura, y actualmente se desempeña en la División de Derechos Humanos del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile. Asimismo, es académica de Derecho Internacional Público en la Universidad de Chile. Sus áreas de investigación incluyen el derecho internacional de los derechos humanos, la regulación de la actividad policial y su conformidad con estándares internacionales, el derecho internacional humanitario y el derecho penal internacional.
Ex Relator Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) hasta el 5 de octubre de 2020. Abogado y docente uruguayo egresado de la Facultad de Derecho de la Universidad de la República de Uruguay (Udelar). Actualmente es senior fellow en El Diálogo Interamericano (The Interamerican Dialogue) y consultor en libertades informativas de UNESCO y organizaciones de la sociedad civil. Se desempeña como Secretario de Relaciones Internacionales y Gobierno Abierto del Gobierno de Canelones (Uruguay).
Docente y conferenciasta en el campo de la libertad de expresión y el derecho a la información en prestigiosas universidades, entre ellas American University (Washington), Unam (México), Universidad Carlos III (España), Stanford (California), Universidad del Pacífico (Perú), UBA (Argentina) Universidad Diego Portales (Chile), Udelar (Uruguay) y Universidad de los Andes (Colombia). Periodista, columnista y colaborador asiduo en distintos medios de comunicación.
José Luis Caballero Ochoa es Licenciado en Derecho por el Tecnológico de Monterrey, Campus Chihuahua; Maestro en Derecho, por la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México, y Doctor en Derecho por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) de España. Diplomado en derechos humanos y procesos de democratización por la Universidad de Chile. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores. Es académico – investigador en el Departamento de Derecho en la Universidad Iberoamericana, Ciudad de México, del que fue su Director por seis años. Actualmente es Comisionado de la Comisión Internacional de Juristas. Ha participado o participa en diversas comisiones o consejos públicos, ciudadanos y académicos en México, entre los que destacan: el Consejo de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal; la Junta Directiva del Instituto Federal de la Defensoría Pública; el Comité Consultivo del Centro de Estudios Constitucionales de la Suprema Corte de Justicia de la Nación; el Comité Académico y Editorial del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación la Comisión de Selección del Comité de Participación Ciudadana del Sistema Nacional Anticorrupción, entre otros. Docente en diversos programas académicos en materia de derecho constitucional y derechos humanos en centros de educación superior nacionales, y ponente en congresos y foros académicos especializados en México, Argentina, Brasil, Chile, Guatemala, Colombia, España, Estados Unidos y Perú. Su papel como consultor y especialista ha implicado la elaboración de proyectos de ley, dictámenes técnicos bajo la figura de amicus curiae y peritajes internacionales. Su obra publicada consiste en más de 80 capítulos de libros y artículos en revistas especializadas sobre derecho constitucional, derechos humanos y derecho internacional de los derechos humanos, así como algunos libros en estas materias.
Doctorando en Derecho por la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires (Argentina); Master en Derecho Penal y Procesal Penal por Osgoode Hall Law School, Universidad de York (Canadá); Diplomado Latinoamericano sobre Reforma Procesal Penal por la Facultad de Derecho de la Universidad Diego Portales (Chile); Abogado con orientación en Derecho Penal por la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires (Argentina). Actualmente es el Director de Relaciones Internacionales del Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales y Sociales (INECIP). Durante 8 años fue el Director del Área de Capacitación del Centro de Estudios de Justicia de las Américas (CEJA), organismo internacional de la Organización de Estados Americanos (OEA), creado en 1999 por resolución de la Asamblea General de la OEA, con sede en Santiago de Chile.
Fiscal de la Procuración General de la Nación Argentina. Es abogada por la Universidad de Buenos Aires, donde se recibió con diploma de honor, Especialista en derecho penal y procesal penal por la Universidad Torcuato Di Tella y Máster en Derecho por la Universidad de Georgetown. Fue becaria de la Fundación Fulbright y perita de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Es profesora de Garantías Constitucionales del Derecho Penal Sustantivo y Procesal Penal de la Universidad de Buenos Aires, de Género y Derecho Penal en la Maestría en Derecho Penal de la Universidad de San Andrés y profesora invitada en distintas universidades, de grado y posgrado. Es autora de varios artículos en publicaciones académicas sobre temáticas de género y derecho penal y de garantías constitucionales en el proceso penal.
Abogado, Magíster en Derecho y Posgrado en Derecho Constitucional y Derechos Humanos por la Universidad de Palermo. Profesor en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. Responsable del Programa para la Aplicación de Instrumentos de Derechos Humanos del Ministerio Público de la Defensa de la Nación. Integrante de la Red Latinoamericana de Académicas/os del Derecho - ALAS. Fue docente en diferentes universidades de Argentina, e investigador y docente en el Centro de Derechos Humanos de la Universidad de Chile. Sus temas de especialización son Derecho Internacional de los Derechos Humanos, Acceso a la Justicia y No Discriminación.
Director Ejecutivo de Fundación Ciudadanía y Desarrollo, contacto nacional de Transparencia Internacional en Ecuador. Abogado y máster en Dirección y Gestión Pública, así como en Acción Política, Fortalecimiento Institucional y Participación Ciudadana en el Estado de Derecho. Fue miembro suplente de la Asamblea Nacional Constituyente de Ecuador y asesor constitucional en el Consejo de Participación Ciudadana. Fellow del Centro para la Democracia, el Desarrollo y el Estado de Derecho de la Universidad de Stanford. Consultor para organizaciones nacionales e internacionales en temas de derechos humanos, libertad de expresión, acceso a la información, participación ciudadana, transparencia y lucha contra la corrupción.
Doctor en Ciencias Políticas de la Universidad de la República de Uruguay, magíster en Estudios Políticos por la Universidad Metropolitana de Venezuela y licenciado en Comunicación Social por la Universidad Santa María con especialización en Gobernabilidad y Gerencia Política por la Universidad Católica Andrés Bello y The George Washington University. Autor del libro «Venezolanos en el Uruguay» (2019). Trabaja como editor de la plataforma Diálogo Político y coordinador de proyectos del Programa Regional Partidos Políticos y Democracia en América Latina de la Fundación Konrad Adenauer.
Abogado egresado de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala y con un Máster en Economía de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. En la actualidad, desempeña el cargo de Editor Asistente en el blog de la International Association of Constitutional Law (IACL) y es Director del área de Estudios Jurídicos en la Fundación Libertad y Desarrollo, un think tank basado en Ciudad de Guatemala. A nivel docente, ejerce como profesor tanto en la Universidad del Istmo como en la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Adicionalmente, es columnista para el periódico guatemalteco La Hora. Sus principales áreas de investigación son el derecho constitucional y el derecho electoral.
Vicepresidenta de incidencia y litigio internacional del Robert F. Kennedy Human Rights. Baeyens lidera la estrategia de incidencia legal en derechos humanos de la organización, incluyendo el litigio de casos de alto impacto ante mecanismos de la ONU y sistemas regionales de protección, en temáticas relacionadas con la protección del espacio cívico y la lucha contra la discriminación, violencia e impunidad. Previamente se desempeñó como oficial de asuntos políticos en la ONU y como oficial de derechos humanos en la CIDH, donde también coordinó la Relatoría sobre personas defensoras. Es profesora adjunta de la Facultad de Derecho de la Universidad de Georgetown. Recibió su título de abogada de la Universidad de Ibagué, Colombia, y su LL.M en derecho internacional de los derechos humanos de la Universidad de Notre Dame, Estados Unidos.
Juez electo de la Corte Internacional de Justicia, además de profesor y director del Departamento de Derecho Público de la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG) y fundador del Centro de Derecho Internacional (CEDIN) y del Anuario Brasileño de Derecho Internacional. Tiene un máster de la UFMG y un doctorado de la Universidad París X Nanterre, y ha trabajado como jurista adjunto en el CIJ. Ha sido profesor visitante en el Institut des Hautes Études Internationales de la Université Panthéon-Assas Paris II, la Université Caen Basse-Normandie, la Université Paris-Ouest Nanterre la Défence y el Centro Lauterpacht de Derecho Internacional (Universidad de Cambridge, Reino Unido).
Abogado venezolano, egresado de la Universidad Católica Andrés Bello. LL.M. en derecho internacional de la Universidad de Cambridge, en Reino Unido, y Magíster en políticas públicas de la Universidad de los Andes, en Colombia. Actualmente se desempeña como asesor legal senior del Centro de Derechos Reproductivos y docente de la Universidad de los Andes. Fue abogado de la Secretaría de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Directora Ejecutiva de la Fundación para el Debido Proceso (DPLF por sus siglas en inglés) organización regional dedicada a promover el Estado de derecho y los derechos humanos en América Latina. Antes de unirse a DPLF, fue Coordinadora Adjunta de la Unidad de Investigaciones Especiales de la Comisión de la Verdad de Perú, a cargo de la investigación de graves violaciones de derechos humanos ocurridas durante el conflicto armado interno en ese país. Previamente trabajó en la Adjuntía para los Derechos Humanos de la Defensoria del Pueblo de Perú y formó parte del equipo legal de la Coalición Contra la Impunidad (Alemania) que promovió el procesamiento penal en ese país de militares argentinos responsables de la desaparición de ciudadanos alemanes durante la dictadura argentina. Katya realizó sus estudios de derecho en la Pontifica Universidad Católica del Perú y de maestría en derecho internacional público en la Universidad de Heidelberg, Alemania.
Experto afiliado al Constitution Transformation Network de la Universidad de Melbourne e investigador asociado de la Universidad Rafael Landívar de Guatemala. Doctor en Derecho por la Escuela de Derecho de la Universidad de Melbourne y una Maestria en Derecho Público e Internacional en esa misma casa de estudios, y una Licenciatura en Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Rafael Landívar. Tiene experiencia en gobierno, especificamente en negociacion de tratados y convenciones, litigio en instancias internacionales e implementacion de instrumentos en materia de derechos humanos, y como consultor para organismos financieros internacionales.
Candidato a doctor por la Facultad de Derecho de la Universidad de Ottawa (Canadá). Director de la Clínica de Derechos Humanos del Centro de Investigación y Enseñanza en Derechos Humanos (HRREC) y profesor de la Sección de Derecho Civil de la Universidad de Ottawa. Anteriormente trabajó en la Comisión Andina de Juristas, el Tribunal Constitucional y el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos del Perú. Sus áreas de investigación son el Sistema Interamericano, Empresas y Derechos Humanos, Derecho Penal Internacional, TWAIL y libertad académica. Integrante del Grupo de Estudios Latinoamericano sobre Derecho Penal Internacional de la Fundación Konrad Adenauer.
Es abogada por la Universidad San Francisco de Quito, y tiene un LL.M. por el Washington College of Law de American University, con enfoque en Derecho Internacional de los Derechos Humanos. Es candidata para el título de Doctora en Derecho por la Universidad Externado de Colombia. Ha trabajado como especialista en la Relatoría Especial para la Libre Expresión de la CIDH, Fundamedios y la Dirección Nacional de DDHH en Ecuador. Actualmente, es Directora del Observatorio de Derechos y Justicia de Ecuador, docente en la Universidad Internacional del Ecuador, y socia fundadora de Gentium Law Consultores.
Abogada costarricense, Máster en Derecho Internacional y Resolución de Conflictos por la Universidad para la Paz de las Naciones Unidas. Actualmente se desempeña como Directora Legal para América Latina en Women’s Link Worldwide, desde donde ejerce como estratega legal, líder de iniciativa y abogada litigante, con una gran responsabilidad para diseñar y liderar complejos proyectos legales, asimismo, es docente en la Universidad para la Paz, y en diversas universidades de Costa Rica. Anteriormente trabajó en el Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL) como Directora del Programa para Centroamérica y México, en la Secretaría General de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) y como consultora internacional. Marcia se especializa en el litigio estratégico con enfoque de género e interseccional.
Doctor en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid. Especialista en Derecho Constitucional por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y en Derecho Constitucional y Ciencia Política por el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales (Madrid). Licenciado en Derecho por la Universidad Autónoma de Guerrero (México). Es Investigador Nacional nivel I del Sistema Nacional de Investigadores del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT, México). En representación de México es miembro del Grupo de Justicia Constitucional y Derechos Fundamentales del Programa Estado de Derecho para Latinoamérica de la Fundación Konrad Adenauer.