Brasil ocupa en 2024 la presidencia del G20, grupo que reúne a las 20 principales economías del mundo, y celebró su Cumbre el 18 y 19 de noviembre. Entre los temas prioritarios establecidos por la presidencia brasileña están la lucha contra el hambre, la pobreza y la desigualdad, el desarrollo sostenible y la reforma de la gobernanza mundial. Al poner en primer plano la reforma de la gobernanza de las instituciones multilaterales como su tercer gran objetivo, Brasil busca incentivar una mayor inclusión de los países emergentes en las decisiones de las instituciones financieras globales, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.

La revitalización de la Organización Mundial del Comercio también se considera crucial, especialmente en relación con su mecanismo de solución de controversias, actualmente paralizado. Además, la presidencia del G20 ha subrayado que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas necesita ser reestructurado para incorporar más países en desarrollo en su proceso de toma de decisiones. En este sentido, la presidencia brasileña se presenta como una oportunidad para que el país deje su huella en el G20, impulsando discusiones sobre la reforma de la arquitectura de la gobernanza global en busca de un consenso viable, y lo que es más importante, que pueda ser implementado en un futuro cercano.

A lo largo de los últimos meses, diversas reuniones y documentos del G20 liderados por Brasil han buscado discutir de manera concreta cómo reformar las instituciones multilaterales. En este contexto, el tema de la estructuración de los bancos de desarrollo multilaterales ha sido el más avanzado, con un creciente apoyo a la inclusión de más mujeres en la gestión de estas organizaciones, más espacio y voz para los países en desarrollo – los grandes beneficiarios de esos recursos – y la demanda por un aumento del capital de estas instituciones financieras. Además, diversas sugerencias para reformar las instituciones multilaterales han sido planteadas por el núcleo de Think Tanks organizado en el contexto del G20.

Cabe destacar que una de sus fuerzas de tarea se ha dedicado directamente a reflexionar y sugerir recomendaciones sobre el tema de la reforma de la gobernanza global, con enfoque en temas como: el papel del G20 en el fortalecimiento del multilateralismo y la reforma de la ONU; la reforma de la Organización Mundial del Comercio; cuestiones globales de salud; nuevas normas y métricas para la cooperación internacional para el desarrollo; el papel de actores no estatales, organizaciones no gubernamentales y unidades subnacionales en la gobernanza multilateral; la evaluación de las promesas y acciones del G20; y la inclusión de las voces del Sur Global en la gobernanza global y en el fortalecimiento del multilateralismo.

Entre estos temas, ha ganado relevancia el llamado a la reforma y expansión de instituciones internacionales clave, como el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que tenga en cuenta las regiones subrepresentadas y los países en desarrollo, contribuyendo al fortalecimiento de los principios de equidad, legitimidad y modernización de esta organización.

Las discusiones llevadas a cabo en el contexto del G20 han dialogado intensamente con los debates ocurridos dentro de las propias Naciones Unidas, especialmente en el ámbito de la Cumbre del Futuro organizada los días 20 y 21 de septiembre en Nueva York, cuya declaración final incluyó el llamado de los Estados miembros de la ONU para la transformación de la gobernanza global y la revitalización del sistema multilateral para enfrentar los desafíos y aprovechar las oportunidades de hoy y del futuro.

En este sentido, la reforma de las instituciones multilaterales debe orientarse hacia la construcción de instituciones más eficaces, más preparadas para el futuro, más justas y democráticas, más inclusivas, más interconectadas y más estables financieramente. Sin embargo, el propio desenlace de la Cumbre del Futuro reflejó los desafíos estructurales que enfrenta el sistema de las Naciones Unidas para materializar su reforma, dado los intereses y visiones disonantes de los Estados Miembros.

El hecho de que ningún líder de las grandes potencias y miembros permanentes del Consejo de Seguridad haya participado en el evento, junto con la postura de Estados Unidos y sus aliados de bloquear cualquier cambio concreto en el Fondo Monetario Internacional y en el Banco Mundial, sumado a la negativa de los miembros del Consejo de Seguridad a renunciar a su poder de veto, mostró la incapacidad de la Cumbre del Futuro de superar la dimensión retórica de las aspiraciones por la reforma de la gobernanza global.

Como se presentó en la posición brasileña en la Cumbre del Futuro, la crisis del multilateralismo y la falta de respuestas colectivas a la pandemia y a los conflictos en todo el mundo contribuyen al fracaso de la Cumbre para materializar los anhelos de reforma de las instituciones multilaterales. El debilitamiento de la Asamblea General de las Naciones Unidas, el vaciamiento de su Consejo Económico y Social, así como la omisión del Consejo de Seguridad frente a las atrocidades cometidas en regiones como el Medio Oriente y Ucrania, ha reforzado los límites de las instituciones internacionales, las cuales, por los mismos factores, se ven imposibilitadas de reformarse y revitalizarse.

Frente a la parálisis del sistema de las Naciones Unidas, nuevos foros globales como el G20 han demostrado ser relevantes para dar impulso y continuidad a la agenda de reforma de las instituciones multilaterales, además de abordar otros temas urgentes como la agenda de desarrollo sostenible.

Es en este sentido que la reunión de los ministros de Relaciones Exteriores del G20 el 25 de septiembre – justo después de los resultados de la Cumbre del Futuro – y la firma del ‘Llamado a la Acción sobre la Reforma de la Gobernanza Global’ mostraron señales prometedoras para el desarrollo de ‘un sistema multilateral renovado y fortalecido’, con énfasis no solo en la reforma de las Naciones Unidas, sino principalmente en la arquitectura financiera internacional y en el sistema multilateral de comercio, áreas en las que las principales economías del mundo tienen un papel fundamental.

Se espera que la Cumbre del G20 en Río de Janeiro en noviembre presente en su declaración final compromisos significativos respecto a la reforma de la gobernanza global. Sin embargo, los mismos actores y factores que impidieron avances concretos en el contexto de la Cumbre del Futuro probablemente impondrán límites a lo que se puede lograr en el plano del G20. Según los propios representantes de la diplomacia brasileña encargados de organizar la Cumbre: “Traer la discusión a la mesa no producirá efectos al día siguiente. Reunir a aquellos que están de acuerdo sobre la necesidad de debatir el sistema no es suficiente, pero representa pasos hacia la reforma”.

En resumen, el crecimiento del espacio internacional de instituciones o foros informales como el G20, pero también del BRICS, ahora ampliado (BRICS+), puede verse como una respuesta a la crisis del sistema multilateral, en la que los actores internacionales se mueven más allá del sistema de las Naciones Unidas, justamente porque estos nuevos arreglos permiten avances ad hoc, establecen mecanismos más rápidos para responder a las crisis internacionales y proporcionan más espacio para la reivindicación de los países del Sur Global por representatividad a nivel global. Ahora queda por ver si foros como el G20 – durante y después de la presidencia brasileña – pueden realmente generar soluciones más efectivas para la crisis del multilateralismo y reformas concretas de las instituciones multilaterales, materializando los deseos expresados en la Cumbre del Futuro, más allá de la retórica y hacia su concreción.